Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Feliz Navidad queridos hermanos, ¡Hoy nos ha nacido el Salvador!
Estamos de fiesta por el nacimiento del Niño Dios. Nos hemos preparado durante todo el Adviento para esta noche, Noche Buena, para Navidad. Una preparación que ha sido muy hermosa, a través de la oración, de la contemplación del misterio de Jesús, de la práctica de la caridad, de nuestra confesión y centrados en la Eucaristía.
Hoy por siempre
Partimos de lo que el Salmo responsorial nos dice y que siempre debemos de proclamar con la palabra, con la vida, con las obras. Así dice el salmo: “Hoy nos ha nacido el Salvador”, y ese hoy es siempre, es ‘hoy’, esta Navidad, esta Noche Buena, pero es ‘hoy’-toda la vida.
Que ese ‘hoy’ lo vivamos todos los días, cada día que amanece. Dios viene a nosotros y, dice el salmo como respuesta ‘Cantemos al Señor un canto nuevo’. Cantarle y alabar, bendecir al Señor como hicieron los ángeles: ‘¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!’, sigue diciendo el salmo. Proclamemos su amor día tras día. Proclamar el amor de Dios, que se encarnó y nació por amor y mi respuesta es proclamar su amor, anunciar su amor, vivir en el amor del Niño Dios que nos ha nacido.
Sigue diciendo también el Salmo, ‘¡Alégrense los cielos y la tierra, salten de gozo’. ¡Hay que alegrarnos! El Tercer Domingo de Adviento, Gaudete, dice ¡Alégrense!: los corazones, las familias, la humanidad, vivir en permanente alegría. Y culmina el salmo diciendo: ‘Regocíjense todos ante el Señor, toda la Creación, la humanidad, la Iglesia, la familia. Regocijarnos todos en el Señor.
Contexto histórico
Por eso san Pablo nos dice en la Carta a Tito: ‘La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres’, y nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los deseos humanos. La gracia de Dios nos lleva a vivir de una manera -dice Pablo- sobria, justa y fiel a Dios, alejándonos del mundo, precisamente de los deseos mundanos. Ya cada quien revísese cuáles son sus inclinaciones de un deseo mundano que no es correcto, y pueda cambiar su vida, como decía san Juan, ‘enderezar nuestros caminos’.
¡Qué hermoso el texto de san Lucas en la Noche Buena!
Comienza enmarcando el nacimiento del Señor en la historia: ‘Se promulgó un edicto de parte de César Augusto…habla de José, perteneciente a la familia de David, se dirige hacia Nazareth, en Galilea, va a nacer en Belén, ciudad de David, va a empadronarse con María, su esposa; ese primer párrafo nos pone en contexto histórico.
Hoy diríamos: el Señor nace en esta ciudad, en estas personas, con estas autoridades, en esta iglesia particular, en esta situación, en estas realidades, nace en nuestra frontera ciudad, con todo lo que vivimos, nace el Señor.
Luz de Cristo
Y el tema central es la Luz. Tanto el evangelio como la primera lectura del profeta, hablan de la luz. San lucas dice: ‘mientras estaban ahí le llegó a María el tiempo de dar a luz, tuvo a su primogénito, lo envolvió en pañales, lo recostó en un pesebre’… Dar a luz.
Y dice Isaías: ‘el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz… sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció’.
María da a luz y nos da la Luz, Jesús es Luz, es vida, es amor, y así como María lo envuelve en pañales y lo recuesta en un pesebre, son actitudes que debemos tener para con el niño Dios: envolverlo en pañales, es decir, con mi amor, mi cariño, mi obediencia, mi fidelidad; recostado en un pesebre: lo recuesto en mi corazón, en mi vida, lo recuesto en mis actitudes y familia para hacerlo presente. Realmente Cristo es la luz. Viene a nosotros, nos llena de luz y nos da su gracia.
Por eso también el mismo profeta Isaías le da algunos nombres al que vendrá: ‘Consejero admirable’, ‘Dios Todopoderoso’, ‘Padre sempiterno’, ‘Príncipe de la paz’. Y por eso la invitación es acoger, recibir hoy y siempre al Salvador.
Conservemos siempre el espíritu de la Navidad, sí, en este tiempo litúrgico de la Navidad, pero una Navidad presente, porque es la Luz que debe brillar en nuestros corazones todo el año, es la alegría que debe permanecer siempre en nuestra vida.
Por eso la antífona dice, ‘Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo’. Y con la oración decimos: ‘Señor Dios, que hiciste resplandecer esta noche santísima con la claridad de Cristo, Luz verdadera…’, esa luz que debe iluminar mi vida y todo nuestro año y todo nuestro caminar.
Por eso pedimos ‘Concédenos que los que hemos conocido estos misterios de la Luz de Cristo, podamos disfrutar también de su Gloria en el Cielo’.
Navidad en familia
Queridos hermanos, la familia es muy importante. Hay tantas cosas qué hacer, tantas actividades, pero considero que en todo sentido la familia da plenitud a la Navidad. Una familia que celebra a Cristo, que acoge a Cristo, que recibe al Señor. Una familia donde la luz de Cristo brille en cada uno de nosotros.
Claro que también la familia se puede entender como la diócesis, la comunidad parroquial, la sociedad en la que vivimos, la humanidad entera.
Por eso mantengamos siempre nuestro cántico con gran gozo diciendo: ‘¡Hoy nos ha nacido el Salvador! y cantemos también de manera fervorosa diciendo ¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!
¡Feliz Navidad!
Que Dios nazca en sus corazones.
Sean felices, que brille la luz de Cristo en todos ustedes.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. Un abrazo.