Pbro. Lic. Leonel Larios Medina/ Rector de la Catedral de Parral
Las pláticas de sobremesa siempre me agradan, aunque no siempre se puede tener ese fantástico tiempo para estar con los amigos después de una buena comida. El mejor postre es compartir experiencias y conocimientos, por eso seguramente Jesús enseñaba a sus discípulos no solamente en los grandes espacios de predicación, sino en la cercanía del compartir el pan y la sal.
En septiembre tuve la oportunidad de visitar a viejos amigos, cargados de sabiduría y buen humor. Uno de ellos me dijo unas frases que hoy quiero profundizar y compartir. Tiempos difíciles hace hombres fuertes; hombres fuertes hacen tiempos fuertes; tiempos fuertes generan hombres débiles y hombre débiles provocan tiempos difíciles. Así en cuatro frases parece describirse la historia y la vida de las generaciones. Describo a que se refiere cada tiempo y situación.
Tiempos difíciles como las guerras, la escasez, el hambre, la pobreza, hace que las personas valoren lo poco que tienen, luchen por sobrevivir, anhelen tiempos de paz y sean solidarios unos con otros. No hay tiempo, ni recursos para el egoísmo, ni la avaricia. Quizá conozcas a alguien que te platique que cuando era niño o joven, tenía poca ropa, pero era feliz. Sus padres se esforzaron por educarlos y si no podían darles todo lo que sus antojos querían, tenían lo suficiente para salir adelante y de lo poco, con una cultura de esfuerzo, de ahorra y austeridad, lograron salir adelante. Esos tiempos difíciles sirvieron de catalizador para hacerlos con una voluntad férrea y dispuesta al sacrificio para poder salir adelante.
Así los hombres fuertes son generados por los tiempos complicados, y logran hacer patrimonio, capital, poner empresas, hacerlas crecer. Los tiempos buenos, son fruto de la constancia, del trabajo y de sólidos valores. En estos tiempos nacen los hijos y empiezan las falacias y la falta de sabiduría a la hora de educar a la nueva generación. La frase: “no quiero que sufran mis hijos lo que yo sufrí” es en muchas ocasiones privarlos de las grandes enseñanzas de la vida. Estos tiempos de bonanza, parecen engendrar a gente derrochadora. Esos hijos fresas que todo compran, se levantan tarde y solo piden para gastar. Aparentan trabajar y se vuelven cúmulo de quejas donde sobran los culpables de la propia irresponsabilidad. Al ser adultos, y con los hombres fuertes ya cansados y más cercas a la tumba, dan paso a los tiempos difíciles.
Aquí parece que volvemos a donde empezamos. Aunque encontremos muchos ejemplos de cada tiempo: difícil o de bonanza; y de cada hombre: fuerte o débil, parece eliminar la libertad de cada uno para elegir su propio destino. El ambiente cultural y laboral, es generado por las personas que reciben educación en su casa y luego en la escuela. No son las circunstancias las que determinan lo que será de mi vida, sino mi libertad responsable la que tomará las decisiones, buenas o males, con sus inmediatas consecuencias.
He aquí de nuevo el llamado a los padres de familia a no promover debilidades e irresponsabilidades. Lo que sembremos en los niños, será lo que florezca en unos cuantos años. La familia, la sociedad, el país que queramos, dependerá de la buena semilla. Si en el presente la “riqueza” de algunos se basa en el envenenamiento por las drogas como el cristal, fentanilo y la pornografía, la consecuencia serán adultos que poco podrán lograr en la vida. Aprovechemos el tiempo que se nos ha dado a los seres humanos para crear tiempos más humanos.