Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
Lectio Divina correspondiente al 16 de enero del 2022, II Domingo del Tiempo Ordinario… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Juan 2, 1-11.
Tres días después, hubo una boda en Caná de Galilea. La madre de Jesús estaba invitada. También lo estaban Jesús y sus discípulos. Se les acabó el vino, y entonces la madre de Jesús le dijo: -No les queda vino. Jesús le respondió: -Mujer, no intervengas en mi vida; mi hora aún no ha llegado. La madre de Jesús dijo entonces a los que estaban sirviendo: -Hagan lo que él les diga. Había allí seis cántaros de piedra, de los que utilizaban los judíos para sus ritos de purificación, de unos ochenta o cien litros cada uno. Jesús dijo a los que servían: -Llenen los cántaros de agua. Y los llenaron hasta arriba. Una vez llenos, Jesús les dijo: -Saquen ahora un poco y llévenselo al encargado de la fiesta. Ellos cumplieron sus órdenes. Cuando en encargado probó el vino nuevo sin saber de dónde venía (sólo lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al novio y le dijo: -Todo el mundo sirve primero el vino de mejor calidad, y cuando los invitados ya han bebido bastante, saca el más corriente. Tú, en cambio, has reservado el de mejor calidad hasta ahora. Esto sucedió en Caná de Galilea. Fue el primer signo realizado por Jesús. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el texto del evangelio y para una mejor reflexión hagámonos las siguientes preguntas:
Entre los presentes en la boda de Caná de Galilea, ¿quiénes estaban como invitados?
La madre de Jesús se da cuenta que el vino se ha acabado, ¿qué hace?
¿Cómo reacciona Jesucristo ante la intervención de su madre? ¿Qué dice María a los sirvientes? ¿Cuál fue el primer signo realizado por Jesucristo que manifestó su gloria e hizo que sus discípulos creyeran en él? ¿Cómo es el vino nuevo que les ha dado Jesús?
Breve Estudio Bíblico.
La liturgia de la Palabra de este domingo está llena de signos y símbolos que nos conduce a contemplar la presencia y acción de Dios en la vida del hombre. Con un lenguaje referente a una fiesta de bodas, la primera lectura proclama la esperanza del profeta Isaías al hacer un llamado al pueblo a comprometerse y a actuar para reconstruirse y vivir tiempos nuevos. Como una pareja de enamorados que están comprometidos y se alegran de tenerse el uno al otro, así el Señor está presente con su pueblo. La segunda lectura presenta la enseñanza de San Pablo a la comunidad de Corinto que se distingue por su entusiasmo y la riqueza de dones en sus miembros. Desafortunadamente, esto es también causa de envidias, rivalidades, discriminaciones y abusos por algunos de ellos. El Apóstol les llama a ser conscientes de algunos principios sobre el origen y la finalidad de los diferentes carismas. Nada es por mérito propio ni para prestigio de algunos. Puesto que todos los dones tienen como origen común al Señor, a Dios y a su Espíritu, deben servir a un propósito común: la edificación de la Iglesia que es una, como Dios es uno. El evangelio según San Juan presenta el primero de los signos y el punto de partida de la vida pública de Jesucristo realizado en una boda en Caná de Galilea. El signo de Caná (llamado “milagro” en los evangelios sinópticos), anuncia la “hora” de Jesucristo que es cuando se consuma la obediencia al Padre en la Cruz y su glorificación para la salvación de los hombres. El vino es símbolo de alegría y de gozo, anuncia tiempos nuevos con la llegada del Reino de Dios por mediación de Jesucristo. El signo de la conversión del agua en vino, su calidad y la abundancia, representan los bienes mesiánicos que nos ha traído el Salvador. Este signo también revela la identidad de María como Madre, Mujer e Intercesora entre Dios y los hombres. Las dos veces que aparece en el cuarto evangelio (la boda de Caná y al pie de la cruz), lo hace estrechamente unida a los discípulos y en el momento en que su hijo, Jesucristo, es glorificado por el Padre. Por ello María es nuestra Madre, Puerta del Cielo.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Vida:
¿Qué enseñanza nos deja la acción y los silencios de María en el evangelio?
¿Soy consciente que los dones depositados en mí provienen de Dios? ¿Cómo los pongo al servicio de mis hermanos, de mi comunidad?
María hoy nos dice: “hagan lo que él les diga”. ¿Escucho las palabras de mi Madre y las hago vida?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Gracias María, Madre nuestra,
que intercedes por mí y te haces presente.
Enséñame a estar atento y a guardar silencio para escuchar a mi Señor.
A ser un verdadero discípulo y saber actuar ante las necesidades de mis hermanos.
Llévame a tu Hijo, Puerta del Cielo,
y así gozar de la alegría de los que creen en Dios.
- Contemplación:
Para favorecer la contemplación podemos repetir varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que haga eco en nuestro corazón:
«Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera» (Salmo 65).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
En este segundo domingo del Tiempo Ordinarios se nos invita a compartir de nuestra alegría y los dones dados por Dios con nuestros hermanos.
Propuesta: No olvidemos a nuestros hermanos migrantes en su peregrinar, muchos de ellos son niños. Comparte de lo tuyo y ayuda a la Casas del Migrante donde al frente de ese gran esfuerzo caritativo está el Padre Javier Calvillo (C. Neptuno #1855. Tel. 656 687 0676). Comparte de tu alegría, ¡seamos Iglesia!
Primera Lectura: Isaías 62, 1-5
Salmo 95
Segunda Lectura: 1 Corintios 12, 4-11
Color: Verde