Lectio Divina correspondiente al 05 de septiembre, Domingo XXIII del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Jorge Sánchez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 7, 31-37
Dejó el territorio de Tiro y se dirigió de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que impusiera sobre él la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: Effatha (que significa: ábrete). Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente. Él les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo proclamaban. Y tremendamente admirados decían: Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos. (Texto tomado de la Biblia de América)
Meditar la Palabra
Después de haber leído el texto del evangelio y para una mejor reflexión hagámonos las siguientes preguntas:
Cuando Jesús se dirigía hacia el lago de Galilea ¿qué territorio atraviesa?
¿Qué enfermedades padecía el hombre que le presentan a Jesús para que le impusiera su mano?
Después de apartar al enfermo y estar a solas con él ¿Qué hace Jesús?
Jesús les mandó que no comentaran la sanación del enfermo, sin embargo, ¿qué hace la gente?
¿Qué decían los testigos acerca de Jesús?
Breve Estudio Bíblico.
La primera lectura corresponde al libro del profeta Isaías donde le dice al pueblo de Israel que victoriosos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios que despegará los ojos de los ciegos y destapará los oídos de los sordos. El profeta nos pone directamente en sintonía con el Jesús que presenta el evangelio de Marcos este domingo, el Hijo de Dios. Cuando Jesús sana al enfermo, levanta sus ojos al cielo y con ese gesto nos damos cuenta de que actúa en consonancia con el Padre; pide que no hablen de esta sanción ya que es un signo claramente mesiánico, es decir, deja en claro que él es el Cristo, el Hijo de Dios. Los testigos admirados decían “todo lo ha hecho bien” (Mc 7, 37) recordándonos el final de la Creación cuando “vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” (Gen 1, 31). En la segunda lectura, el Apóstol Santiago nos pide a los cristianos que seamos coherentes con nuestra fe, que no tratemos a las personas por la riqueza o bienes que poseen o por su forma de vestir; trato diferenciado que es llevando hasta el extremo de hacerlo patente en las ceremonias litúrgicas. Quien tiene este comportamiento hace visible su poca fe, hace notorio su desconocimiento de Cristo. Recordemos las frases de Jesús “no pueden servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24). Santiago nos recuerda que Dios escogió a los pobres según el mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino. Seamos pues cuidadosos con los bienes materiales que hemos recibido y pongámoslos al servicio del necesitado, del desprotegido.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
¿Me siento a veces como el sordomudo, que no escucho ni puedo expresar mis sentimientos?
¿Veo también al sordomudo como una persona que Jesús le abre sus oídos a la palabra de salvadora?
¿He sido testigo de las maravillas que el Señor continúa haciendo hoy? ¿Veo, como los primeros seguidores de Jesús, que todo lo ha hecho bien? ¿Debemos compartir nuestro testimonio?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor,
Destapa mis oídos para que escuche tu Palabra
Que pueda entender que solo tú tienes palabras de Vida Eterna
Fortalece mi fe para que sea capaz de dar testimonio
de las maravillas que han visto mis ojos.
Señor,
Ayúdame a no juzgar a las personas por lo que poseen o como se ven.
Ayúdame a entender que tu das la riqueza de la fe
no por nuestras posesiones, sino por lo que hacemos con ellas,
Ayúdame a amar lo suficiente para heredar el Reino.
Amén.
- Contemplación:
Para la contemplación podemos repetir varias veces un versículo de la Sagrada Escritura para que entre e ilumine nuestro corazón.
« Todo lo ha hecho bien » (Mc 7, 37)
Hagamos el propósito de repetir este versículo durante la semana.
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
El siguiente domingo, XXIII del tiempo ordinario, retomamos el Evangelio según San Marcos, que desde el principio nos ha insistido en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios; Él es el verdadero evangelio y Él es el Reino. Reconozcamos al Hijo de Dios a través de una acción que refleje sus enseñanzas y su vida.
Propuesta: Esta semana haré todo lo posible por acercarme al sacramento de la Reconciliación, en mis oraciones personales pediré por la salud de nuestro Obispo emérito Don Renato Ascencio León. En auxilio de los más necesitados y olvidados participaré en el programa “Todos en la Misma Barca”.
Primera Lectura: Isaías 35, 4-7
Salmo 145
Segunda Lectura: Santiago 2, 1-5
Color: Verde