Capítulo II – Manantial en el Desierto: La historia oculta de Ciudad Juárez
José Mario Sánchez Soledad/Autor
La expedición de don Juan de Oñate (III)
El 1 de mayo de 1598, la expedición emprendió su marcha y el día 3 de mayo, cuatro indios de una ranchería cercana fueron traídos al campo. Los españoles les obsequiaron presentes y los vistieron. De ellos supieron que a dos leguas había un lugar propio para cruzar el río. El día 4 de mayo, la expedición llegó a este crucero, el cual, por primera vez fue llamado “El Paso del Norte,” nombre que lleva hasta la presente. Por observaciones astronómicas tomadas, la latitud era 31’ grados. La expedición de Oñate, en esta vecindad, notó las rodadas de diez carretas
que Morlete había traído de vuelta de Nuevo México, cuando aprehendió a Castaño de Sosa.
Son muchas las vivencias, triunfos y fracasos de Oñate. Su compañero Vicente de Zaldívar va a la llanura de los búfalos y muere en ese sitio el 27 de octubre de 1598. Los ocho sacerdotes franciscanos son repartidos entre los pueblos indios. En 1599, Juan de Oñate envía un informe a la ciudad de México y pide más soldados. En 1600, un grupo de otras 73 personas llegan a Nuevo México y con ellos seis frailes más. El Adelantado de Nuevo México sube hasta Kansas sin encontrar metales preciosos y algunos colonos se regresan a México desilusionados de la expedición. En 1604, Juan de Oñate sale y llega hasta el océano Pacífico, pasa por Zuñi y le da por primera vez el nombre al río Colorado, también desilusionados vuelven a Nuevo México, sin hallar oro y plata.
El padre Escobar va a México con el informe de la expedición e informa que de 1598 a 1608, los misioneros convierten a 8,000 indígenas de la zona. En 1606, el Consejo de Indias decide cambiar de Adelantado, decide proteger a las Misiones y confía las exploraciones solamente a los misioneros. Juan de Oñate presenta la dimisión en 1608 a los cargos de gobernador y capitán general y dice haber perdido 400,000 pesos en la expedición, es reemplazado por Martínez de Montoya. La expansión del Nuevo México continuó y en 1609, llega el tercer gobernador Pedro de Peralta. En 1610 funda la Villa Real de la Santa Fe de San Francisco de Asís (hoy Santa Fe) y celebran la santa Misa con sermón y organizan una fiesta con representación de Moros y Cristianos. Santa Fe, desde entonces ha sido la capital de Nuevo México. La Corona se
hace cargo de los gastos de las festividades iniciales.
Ese mismo año Gaspar de Villagrá, que se había incorporado a la expedición de Oñate en 1595, publica la “Historia del Nuevo México” en Alcalá de Henares. Villagrá describe en su obra dividida en cantos y con uso de riqueza de detalles, los retos de la expedición de Oñate, las costumbres indígenas encontradas, y la organización política social de los pueblos nativos.
La Nueva Vizcaya se expande hacia el norte
Durante los primeros veinticinco años del siglo XVII, el espacio sin poblar entre el Nuevo México y San Bartolomé (Valle de Allende), la población más norteña de la Nueva Vizcaya era de casi mil kilómetros de largo. Era necesario reducir esa brecha, Nuevo México con sus franciscanos comenzó a crecer desde Santa Fe hacia el sur y la Nueva Vizcaya se expandía poco a poco hacia el norte. Anne E. Hugues en su libro Los inicios de la colonización española en la región de El Paso contiene una detallada relatoría de los esfuerzos realizados por jesuitas y
franciscanos. Los primeros siguieron sus esfuerzos por la orilla oeste de la planicie y de la Sierra Madre. Los segundos, desde la Nueva Vizcaya, comenzaron a empujar hacia el norte siguiendo el río Conchos. Los jesuitas profundizaron, en esos tiempos, la evangelización con los tarahumaras y los franciscanos la conversión de los indios pueblo y conchos. En 1604, se fundó el primer pueblo de San Francisco de Conchos, un segundo pueblo de Conchos en 1609, y San Pedro, Atotonilco, Mescomahua, y Mapimí fueron fundados antes de 1645, todo gran avance de los franciscanos. Se fundó en 1611 en el Valle de San Pablo una misión, San Miguel de las Bocas en 1630, el pueblo de San Gabriel y su presidio (Parral) nació en 1631-1632, San Felipe y San Gerónimo Huexotitlan en 1639, además de otros poblados jesuitas.
El pacífico progreso de los religiosos fue interrumpido por dos rebeliones indígenas. La primera entre Conchos, Tobosos y Salineros en 1644 y la de los Tarahumaras en 1648. Muchas de las misiones fueron destruidas, retomándose el crecimiento hasta después de 1656. Se retomó el brío evangelizador con las nuevas misiones en Natividad, San Mateo, San Ignacio, y la Misión de San Bernabé con sus tres poblados: Cuitzóchic, Cusihuiriachi, Corcháis. Entonces se separaron las jurisdicciones de ambas órdenes al trazar y aceptar una línea partiendo de Durango, sobre la Sierra Madre y llegando al río Yaqui. Los jesuitas se mantendrían principalmente en el territorio hacia el oeste y los franciscanos en el territorio este del trazo.
Durante la segunda mitad del siglo XVII, los franciscanos trabajaban desde dos frentes su territorio. La Custodia de San Pablo, autoridad franciscana del Nuevo México trabajaba en expandir la evangelización hacia el sur de Santa Fe y hacia el este. Desde la Nueva Vizcaya avanzaban entre los indios Julimes, Janos, Sumas y otros que ocupaban los territorios al norte del río Conchos y los territorios tarahumaras. En 1663 se estableció San Antonio de Casas Grandes, Torreón y Carretas. Santa María de la Natividad en 1660, San Pedro Namiquipa en 1663, Santiago Babonyaba en 1665, Santa Isabel en 1668 y San Andrés en 1694. Muchos de estos pueblos fueron desarrollados por los franciscanos en las orillas del río Sacramento.
En el avance de los franciscanos de la Custodia de San Pablo desde Santa Fe se encuentran detalles del inicio de la Iglesia en Ciudad Juárez, Chihuahua y estos se pueden encontrar en los relatos de la Instrucción reservada que el Conde de Revilla Gigedo (Don Juan Vicente Güemes, Pacheco, Padilla y Horcasitas) dio a su sucesor en el mando, Marqués de Branciforte sobre el gobierno de este continente en el tiempo que fue su virrey. Revilla Gigedo no le da el crédito de haber tomado posesión de estas tierras a Don Juan de Oñate e inicia su relato manifestando que la zona se descubrió y conquistó en 1600, iniciando la labor de misiones los religiosos de San Francisco de la Provincia del Santo Evangelio. En este siglo se establecieron numerosas misiones franciscanas, y en 1617 Fray Esteban de Perea fue nombrado primer responsable del Nuevo México, aun no era Custodia, y el relato menciona que fueron los progresos felices y rápidos.
En su informe el Conde de Revilla Gigedo relata que las misiones de Nuevo México se establecieron por toda la vera del río Grande del Norte, sus aguas atravesaban toda la provincia fertilizando los valles de los pueblos hasta El Paso. El río entonces cambiaba su rumbo al Sureste, por las fronteras de la Nueva Vizcaya y Coahuila, desembocando en el mar en la colonia del Nuevo Santander, con el nombre de río Bravo.