Presencia
El Senado de la Republica aprobó reformas a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y al Código Civil Federal, para prohibir a padres y tutores les den castigos fisicos y psicologicos a sus hijos, es decir, que los padres o tutores ya no pueden recurrir a los golpes ni con la mano, ni con ningun objeto, asi como ningun acto que cause dolor, tampoco podran amenazar, asustar o ridiculizar a los hijos como método disciplinario o correctivo. Por ello esta semana la pregunta es:
¿Qué opina de la iniciativa aprobada en el Senado para prohibir castigos físicos a los hijos y qué impacto cree que tendrá?
En primera instancia, es una ley que protege a los menores contra la violencia, que bien sabemos es el pan de cada día de muchos niños en nuestro país, y que vino a agravarse con la pandemia del COVID 19, donde los niños tuvieron que permanecer por largo tiempo encerrados en casa y que por falta de tolerancia de los padres, frustracion, tedio, cansancio, se recurrió muy frecuentemente a disciplinar a los hijos a traves de los distintos modos de violencia, llegando a indices alarmantes. Por ello creemos que la iniciativa es buena, pero habrá que ver cómo es que “la bajan” a la población, qué método de formación e información se llevará a cabo para dar a conocer el objetivo de esta ley, de tal manera que todos los ciudadanos estén enterados de que habrá sanciones para aquellas personas que incurran en este tipo de prácticas. Una vez un sacerdote muy apreciado me dijo que “no se le puede quitar una practica a alguien si no le das una forma mejor de hacer las cosas”. ¿De qué manera se sustituirá la disciplina punitiva que se ha venido practicando a través de los años en nuesta sociedad? ¿Qué tipo de sanciones y cómo se impondrán a quienes incurran en estas prácticas? ¿Es congruente, resolver una situacion de violencia con acciones que violentan la libertad (cárcel) o la economia (multas) de las familias?.
Considero que se debe combatir la violencia contra los niños, niñas y adolescentes a través de la formación en una disciplina inteligente. Decia Alejandro Jodorowsky que el error es disciplinable, mientras se cometa una sola vez y en una sincera búsqueda del conocimiento, por lo tanto debemos buscar maneras de disciplinar a nuestros hijos de una manera inteligente, teniendo en cuenta, como lo decia Albert Einstein que no podemos obtener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo.
Existen tres principios básicos para la disciplina inteligente: hay que compartir información y sentimientos con nuestos hijos, es decir que hay que comunicarnos más con nuestros hijos, conocerlos, amarlos compartiendo no sólo conocimientos, sino emociones. Hay que proporcionarles autonomía por medio de fronteras, es decir, hay que poner siempre límites, no tan amplios, pero tampoco tan apretados. Hay que sustituir la autoridad inapelable, por la comunicación de beneficios colectivos y valores claros. Los papás no simepre tienen la verdad absoluta, nos equivocamos, y reconocerlo es una enseñanza para ellos. Hay que ser congruentes en lo que les enseñamos: si queremos que sean honestos, respetuosos, responsables, nosotros como padres tendremos que serlo primero. No todo es premios y castigos y lo digo tanto para los padres, como para los legisladores, eso sólo logra que los hijos obedezcan, pero solamente condiciona la conducta de una manera similar a una mascota. Y recordemos que la cooperacion, la formacion y el crecimiento de un ser humano no se consigue con métodos para mascotas.
Juan Jesús Hernández/ Psicólogo
La decisión del Senado de prohibir castigos físicos a los hijos es, sin duda, un avance importante en el reconocimiento de derechos de niñas, niños y adolescentes. La Convención sobre los Derechos del Niño establece la necesidad de crear entornos protectores hacia la infancia y generar las acciones necesarias para garantizarles una vida libre de violencia. A pesar de ello, el castigo físico sigue siendo una práctica cotidiana y es defendido por amplios sectores de la población como forma de educar o corregir. Según un informe de Unicef del año pasado, 6 de cada 10 niños mexicanos sufrían castigos corporales.
La violencia hacia niñas, niños y adolescentes se compone, como propone Johan Galtung, de la violencia directa, que se expresa en el golpe, el grito, la agresión directa; la violencia estructural, que incluye causas socioeconómicas, estructuras de poder, instituciones negligentes; y la violencia cultural, desde la que se justifican las otras dos y se basa entre otras cosas, en la idea de que los hijos son propiedad de los padres y en la defensa del castigo físico como correctivo a través de la “infalibilidad” de la chancla, o en frases como “más vale una nalgada a tiempo” o “la letra con sangre entra”.
La reforma no se plantea de corte penal, sino preventivo, es decir, no se promueve desde el castigo a los padres, sino para evitar que la violencia hacia los niños siga siendo una práctica en nuestras familias. Si esta reforma no se acompaña de acciones contundentes para atender las violencias estructural y cultural, será un puñado de buenas intenciones plasmadas en la ley. Es necesario hacer visibles las causas estructurales como factores generadores de violencia al interior de las familias, tales como el salario insuficiente, la ausencia de servicios de cuidado infantil, el hecho de que las mujeres que trabajan duermen en promedio menos de 5 horas, la violencia generalizada y el estrés postraumático y los duelos acumulados, entre otras.
Será indispensable también trabajar mucho en generar un cambio cultural para avanzar en el reconocimiento de niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos, como personas completas, diferentes y únicas, que no tienen por qué sentir o pensar igual que los adultos, por más su padre o su madre que sea y, sobre todo, reconocer que son personas que merecen ser tratadas con respeto, asumiendo que el castigo físico nunca lo será.
Como cristianos tenemos el deber de preguntarnos de manera constante cómo actuaría Jesús, qué haría Jesús en cada situación concreta. Buscar en el Maestro la guía para acompañar y corregir a nuestros niños y jóvenes nos llevará sin duda a una acción comprometida por erradicar todas las formas de violencia hacia ellos; nos hará ponerlos en el centro de nuestras acciones y guiarnos conectados en el amor, la aceptación incondicional y la empatía. No será fácil, pero seguro valdrá la pena.
Mtra. Lourdes Almada Mireles/Profesora universitaria
Primero tenemos qué ver que se entiende por castigo físico, porque hay de castigos a castigos. Creo que el hecho de que se pueda dar un chanclazo, un cintarazo, a veces un manotazo, no es tan grave según yo, como son los maltratos que dejan huellas en el cuerpo, moretones, hasta sacan la sangre, o sea hay de castigos físicos a castigos físicos. No sé si el Senado ahí lo pudo graduar o lo pudo imponer en niveles. No todo el castigo físico se puede atender como igual, y definitivamente creo yo que hay un alto índice de niños maltratados, e incluso muertos por padrastros, por familiares. Quizá el Senado por eso está queriendo implicar esa ley, pero no sé si se requiera un poquito más de especificidad, entonces es importante que entendamos exactamente qué se entiende por castigo físico.
Aparte está creciendo en nuestra realidad la convicción y pareciera que los hijos están ahora mandando por encima de los padres. Creo que nos ha faltado educar con carácter, que ahora que el papá y la mamá, muchos de ellos trabajan, los hijos están menos acompañados y a veces no ven como autoridad a sus papás. Los mismos papás les han pasado la autoridad a los hijos y eso es muy grave. Claro que eso no se resuelve con castigos físicos, pero definitivamente tenemos una generación de papás muy sobreprotectores, muy alcahuetes, que al final los hijos hacen con ellos lo que quieren y eso es muy grave para la sociedad actual. Por eso ha crecido tanto el individualismo, la intolerancia, y ha crecido tanto también el divorcio y los anti valores precisamente porque los hijos dejan de ser conducidos a muy temprana edad y ellos se van creando su propia base de valores, a veces muy errónea o a veces muy superficial.
Creo que aquí tenemos que volver a la visión de la familia que sigue siendo atacada. La estructura de la familia sigue siendo atacada, necesitamos que los papás realmente sean autoridad, conduzcan, se ganen el respeto de sus hijos, tengan autoridad sobre ellos, pero también sean personas equilibradas en la educación de sus hijos. Los hijos no pueden mandar y a veces no es necesario el castigo físico, en algunas ocasiones cuando se requiere un manotazo o un cintarazo. A veces los mismos papás también son culpables porque les dan manga ancha o les dejan hacer lo que quieran y después lo quieren solucionar todo con golpes. Creo que desde el principio si somos un poquito recios y claros con los hijos, no habrá necesidad de castigos físicos.
Pbro. Salvador Magallanes/Asesor de la Pastoral Juvenil