Silvia del Valle/ Madre de familia
Estas fechas que hemos vivido nos hacen más sensibles y nos han hecho preparar y abrir nuestro corazón para ser pesebre de nuestro pequeño Niño Jesús, eso nos debe hacer vivir llenos de gozo y de un asombro inmenso.
Nosotros debemos trabajar para cuidar esa capacidad de asombrarnos y de no perder la ilusión de llevar a Jesús en nuestro corazón, pero aún más importante, educar a nuestros hijos en este estilo de vida. Por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.
Primero. Edúcalos para que vean los pequeños detalles.
El mundo y la moda nos quitan la atención de lo que es verdaderamente importante, pero debemos acostumbrar a nuestros hijos a ver lo pequeño, lo escondido, lo que está en segundo plano, pero que tiene un gran mensaje y significación.
Cuando perdemos la capacidad de ver los detalles, entonces nada nos puede llenar, y perdemos la capacidad de asombrarnos y esto trae como consecuencia que nada nos ilusione.
Una muestra de lo sencillo y pequeño es la propia vida, amanecer cada día es un pequeño gran detalle que muchas veces pasa desapercibido pero que es un gran milagro lleno de oportunidades y que debería asombrarnos siempre.
Segundo. Que agradezcan todo.
Después del asombro viene la gratitud, virtud básica en nuestra familia.
Ser agradecidos nos hace nobles y nos ayuda a ser empáticos con los demás porque nos permite hacer notar y resaltar los esfuerzos de los demás por ayudarnos y eso debe ser motivo de asombro siempre.
Debemos asombrarnos y agradecer también lo cotidiano, por ejemplo, tener comida en la mesa, tener una cama calientita, tener una familia unida y que nos ama, etcétera.
Nuestros hijos, pequeños y adolescentes, piensan que todo se lo merecen y pierden la capacidad de asombro y de agradecer, pero es necesario que con nuestra ayuda la recuperen.
Educar en virtudes es un proceso que debemos fomentar y trabajar día con día y con mucha paciencia; hay que poner en práctica pequeñas acciones concretas que les enseñen la gratitud.
Tercero. Que aprendan a expresar sus emociones.
Otra cosa muy necesaria es que nuestros hijos sepan expresar sus emociones y sentimientos ya que muchas veces nosotros y los que los rodean no pueden entender su forma de actuar, porque no es clara su comunicación.
Si sabemos gestionar nuestros sentimientos y emociones y también sabemos expresarlas o comunicarlas, será más sencillo que podamos convivir adecuadamente y que las reuniones familiares sean motivo de ilusión y no de malestar generalizado.
Es básico recordar que se educa con el ejemplo, así que debemos empezar por nosotros mismos para que nuestros hijos lo puedan hacer.
Cuarto. Si se ensucia su corazón, hay que limpiarlo.
Cuando las cosas del mundo y la maldad toman más lugar en nuestro corazón o en el de nuestros hijos, no queda lugar para las cosas buenas y para el Amor.
Si vemos que de pronto el corazón está lleno de odio y de rencor, debemos hacer un alto para vaciarlo y reconciliarnos. O de ira y enojo, hacer un alto para ofrecer disculpas y que regrese la paz. Si vemos que esta lleno de tristeza y ansiedad, debemos correr frente a Jesús para llenarnos de Él y que tome el lugar que debe tener en nuestro corazón.
Con estas pequeñas acciones seremos capaces de asombrarnos e ilusionarnos por la vida y sus mieles, a pesar de los problemas y pruebas.
Y Quinto. Que aprendan a guardar en su corazón todo.
Las vicisitudes no dependen de nosotros, pero sí cómo reaccionamos ante ellas y lo que hacemos. Por ello debemos guardar todo en nuestro corazón y ofrecerlo a Dios para que sirva de intercesión por aquellas personas que se encomiendan a nuestras oraciones, por nuestra familia, por nuestra patria y por el mundo entero.
Para nuestros hijos más pequeños es más sencillo y debemos aprender a ver las cosas desde su mirada, por que al final de cuentas, si no nos hacemos como niños, no entraremos en el Reino de los Cielo, como dice Jesús.