¿Quieres hacer oración y no puedes?…haz como esta mujer que nos compartió su testimonio de vida.
Ana María Ibarra
Aunque vivía llena del cariño de su familia, sin carencias económicas y buena salud, Guadalupe Valenciana sentía un vacío en su interior, vivía llena de angustias, tristezas y frustraciones. En pocas palabras, se sentía muerta en vida.
Sin reconocer el por qué de sus vacíos, fue invitada a tomar un taller de Oración y Vida, y aunque al principio se le dificultó disponer su corazón a ese encuentro, logró encontrarse con Dios y fue ese taller lo que cambió su vida y le regresó la alegría de vivir.
Ausencia de Dios
Aunque Guadalupe siempre vio a su madre entregada a la oración, ella nunca lo hizo, y a pesar de formar parte del grupo de Renovación en su parroquia, tampoco se adentró a la Palabra de Dios.
“No acostumbraba a rezar ni hacer oración. Mi mamá siempre me hablaba del poder de la oración y me decía que me acercara a Dios en la oración, pero no lo hacía”, reconoció Guadalupe.
Esta falta de Dios en su corazón la llevó a una vida triste, llena de frustraciones y soledad, incluso, dijo, se sentía fea.
“Me sentía enojada con la vida, no sabía por qué, pero ahora sé que fue por la ausencia de Dios en mi corazón. Como madre sé que tengo una gran responsabilidad, y mi sentir, mis actitudes afectaban a mi familia”, recordó.
Su encuentro con Dios
La vida de Guadalupe comenzó a cambiar cuando, al tomar un Taller de Oración y Vida, se adentró en el encuentro con Dios a través de la oración.
“Tuve un momento muy fuerte en el que me encontré con Dios. Lo más misterioso es que fue a través de la oración de silencio donde sentí su presencia viva a un lado de mí. Desde entonces lo siento cerca y entre más lo conozco, más cerca está”, afirmó Guadalupe.
Guadalupe reconoció que fue difícil dedicar un tiempo a la oración, sin embargo, su perseverancia la llevó a ese encuentro personal con Dios.
“Hubo momentos en que me quedaba dormida, pero la clave para ser perseverante es dedicar el tiempo, ir caminando lento hacía la oración. Hacía la tarea que me encargaban en el taller, pero a veces la oración se me daba en cualquier lugar, y entendí que la oración no es otra cosa que un diálogo con Dios”, expresó.
Cambio en su vida
Con la perseverancia en la oración la vida de Guadalupe comenzó a cambiar.
“Algo me hizo decidir tomar a Dios y tomar su gracia. Aprendí a orar, a conocer la Palabra de Dios. Aprendí a amarme a mí misma, a amar y comprender a los demás, a mirarlos como los mira Jesús, entonces todo cambió”, compartió.
Desde ese momento la angustia, la soledad y la tristeza fueron desapareciendo de la vida de Guadalupe y a pesar de las dificultades que llegan a su vida, comenzó a sentir paz y tranquilidad en su interior.
“Ahora me siento contenta a pesar de las adversidades porque sé que Dios las permite con algún propósito y algo bueno siempre llega. Siento que soy una mejor persona, que hago feliz a los demás, ahora hay más armonía y más comunicación en mi familia. Aprendí a escuchar, aceptar y tratar con cariño y respeto y mi familia empezó a cambiar también”, dijo agradecida.
Guadalupe sabe que no basta este cambio, sino que debe seguir constante en la oración para seguir transformando su vida.
“A veces siento pereza, pero es mayor mi necesidad de dialogar con Dios, entre más platico con Él, más intimidad hay. La oración me ha llevado a ser más asidua en los sacramentos, me ayudó a transformarme, pero sé que tengo que seguir perseverando”, afirmó.
Lleva a otros a la oración
Este cambio le inculcó a Guadalupe el deseo de servir a Dios y hoy está en proceso de formación e imparte talleres supervisados, por lo que invita a la comunidad a buscar ese momento de encuentro con Dios aprovechando los Talleres de Oración y Vida.
“Los animo a que no se esperen a que el tiempo pase, no lo duden, vayan con un corazón dispuesto al encuentro con Dios. En este tiempo difícil de injusticia y desigualdad en el mundo, es el momento de volver al Padre”, motivó.