Pbro. Eduardo Hayen Cuarón/Director de Presencia
No tengo nada contra las personas que, por querer cuidar su salud, deciden no comer carne animal. Respeto su gusto aunque no lo comparto. Pero hay una corriente ideológica llamada «veganismo radical», «animalismo» o «especismo», que es un movimiento político que va adquiriendo fuerza y agresividad. Es una nueva variante del socialismo que podemos llamar “socialismo verde”.
Más allá de la moda
Esta ideología no sólo quiere imponer la moda de no consumir productos que tengan relación con los animales, etiquetando los bienes que consumimos como «libres de crueldad» o «libres de jaula», sino que es algo más profundo y siniestro.
Se trata de una ideología inspirada en el marxismo que quiere igualar a todas las especies de seres vivos, suprimiendo la idea de superioridad del ser humano sobre los animales y las plantas, así como eliminar la idea de «jerarquía» o “antropocentrismo” en los seres en la creación. Todos somos iguales, dicen.
Capitalismo culpable
Para el movimiento «liberación animal» el capitalismo es el culpable de la explotación de unos seres sobre otros y, por lo tanto, habrá que destruir el sistema capitalista. Los animales y las plantas son la nueva clase oprimida del proletariado que debe ser liberada por estos activistas. El objetivo es alcanzar el paraíso terrenal en el que no habrá ricos ni pobres, ni hombres ni mujeres sino todos andróginos, ni dominio de hombres sobre animales o plantas. Una especie de condición paradisíaca donde «todes» seremos felices y «contentes».
Fuera de la realidad
Como toda ideología marxista, el ecologismo, veganismo o animalismo no tiene fundamento en el mundo real. Es un sueño de unos cuantos que imaginan que el mundo debería de ser así. Pero no es así y nunca lo será porque toda ideología tiene a la mentira como punto de partida. Los veganos radicales no quieren reconocer la realidad de que las plantas se alimentan de materia inerte como es el agua, la luz y los minerales. Desde su torcida óptica esto debería de ser una opresión del mundo vegetal hacia el mundo mineral, explotación e injusticia.
Lo real: comer seres inferiores
El comportamiento del mundo animal debería de parecerles horrorizante, pero parece que no se dan cuenta de la «explotación» que los animales hacen del mundo vegetal al comer hierba, y al devorarse unos a otros en cadenas alimenticias que están presentes en todos los ecosistemas. Lo único monstruoso que les parece es que los hombres participemos de esta cadena de alimentación criando animales en granjas o practicando la caza para nuestra subsistencia.
Pero ellos mismos, los veganos y animalistas, quieren sacar únicamente al hombre de estas cadenas de alimentación naturales en las que participan todos los seres «sintientes», que ellos dicen proteger. ¿Defenderán a las zebras de los leones, o a las liebres de las águilas? ¿Con qué derecho nos dicen que no podemos consumir carne animal si es parte fundamental de nuestra libertad? Ellos viven fuera de la realidad y nosotros hemos de negarnos a abandonar la realidad, tal como es, para entrar en fantasías que se vuelven ideología peligrosa.
Sin esperanza sobrenatural
Un mundo animalista, especista o vegano radical es un mundo que pierde su sentido porque mata la esperanza cristiana sobrenatural y reduce el paraíso al algo terreno, que está aquí, y que para muchos consiste en una especie regresar a un estado de naturaleza salvaje. Eliminar la jerarquía de los seres es abandonar la idea de que el universo tiende a la perfección por tener grados más perfectos del ser en la creación, y que van dede la materia inerte, los vegetales, los seres sensitivos sin inteligencia –el reino animal–, los seres sensitivos con alma espiritual –la humanidad–, la vida inteligente sin cuerpo –los ángeles– y, finalmente Dios.
Las corrientes del animalismo o el veganismo radical son ateas y aniquilan toda esperanza sobrenatural. Si el hombre es una especie más en la creación, con el mismo valor y dignidad que los otros seres, entonces Dios, como ser supremo y sus ángeles que le sirven, son inadmisibles por ser los que están por encima de todos; sería Dios como el opresor de los opresores. Esto es inaceptable para el marxismo que busca la igualdad y eliminar las clases sociales; éstas serían son los animales y las plantas. Por eso animalismo, veganismo, especismo son corrientes que proponen una felicidad naturalista, irreal, utópica y que sofoca toda esperanza cristiana de alcanzar la vida eterna.
Soberbia
El especismo afirma que es soberbia, de nuestra parte, creernos superiores a los animales y las plantas y tratarles sólo como objetos de consumo. Este racionamiento carece de lógica. Soberbia sería tratar con discriminación o como objeto de «úsese y tírese» a los que son de nuestra raza humana, por ejemplo a los niños por nacer. Pero administrar a seres inferiores como los minerales, plantas y animales para bien de la humanidad no es explotación sino don de la Providencia Divina. Está inscrito en la naturaleza. Los seres inferiores son un don de Dios para que el hombre alcance su último fin.