Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucho cariño en este domingo esplendoroso. Son días bellos en los que iniciamos la Semana Santa. Como dice la monición en este Domingo de Ramos, después de habernos preparado durante 40 días, después de haber preparado nuestros corazones, mente y vida durante todo el tiempo de Cuaresma, estamos unidos a toda la Iglesia, siempre, pero en estos días toda la Iglesia nos unimos en la fe para celebrar el Misterio Pascual.
Es muy importante esa preparación que tuvimos, para vivir a plenitud estos días santos, hoy, Domingo de Ramos, Domingo de la Pasión, y toda la semana. Hay mucha actividad en la diócesis, todavía hay charlas cuaresmales en algunas parroquias, tenemos en el Seminario a los jóvenes en vocación, tenemos la misa de enfermos con la unción del Miércoles Santo y el Triduo Pascual, empezando desde el jueves la Misa Crismal, hermosísima celebración, a las 10 de la mañana, el obispo con todo el presbiterio y los fieles bendice los óleos, consagra el Crisma y los padres renuevan sus promesas sacerdotales. La Cena del Señor por la tarde, la visita, que los invito a hacer esa visita de los siete altares, siete templos, y el viernes por la mañana el Viacrucis y en la tarde la Pasión del Señor. En Catedral tendremos la procesión del silencio, para finalmente el sábado por la tarde-noche, la Vigilia Pascual. La vigilia de vigilias. Y a partir de ahí, cincuenta días de Pascua.
Los invito, hermanos, a vivir con fe, a asistir a las iglesias, ¡Vayamos! ¡No se queden en la casa! vayamos presencialmente. Las transmisiones vía virtual ayudan para los que realmente no pueden, enfermos o ancianos, pero si tú estas en condiciones de asistir, ¡Hazlo!
Hoy Domingo de Ramos nos hemos preparado desde el corazón, unidos a toda la Iglesia para celebrar estos días santos.
Pasión del Señor
Escucharemos la Pasión del Señor de san Lucas: Jesús es condenado, Jesús es negado, es entregado, padece. Releamos, meditemos la Pasión del Señor que se proclama este domingo y acompañar a Jesús. El Viernes Santo se leerá la Pasión de san Juan, y acompañar a Jesús en cada momento hasta su muerte.
Nos dice el apóstol san Pablo en la carta a los filipenses, “Cristo Jesús, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, se anonadó a sí mismo, se humilló, y por obediencia al Padre, aceptó la muerte, y una muerte de cruz”. Es un himno cristológico hermosísimo que describe esa obediencia, describe al siervo sufriente que entregó su vida por ti, por mí, por todos.
Se cumple lo que Isaías, en la primera lectura nos narra. A propósito de Isaías, escucharemos en estos días santos los cánticos del siervo sufriente. Te recomiendo que asistas a las Eucaristías de esto días santos, no te esperes, todos los días asiste y dale seguimiento a la lectura de Isaías que narra y describe al siervo sufriente que es Jesús, que se entregó por nosotros
Lo describe de esta manera: ‘El Señor me ha dado una lengua experta, ofrecí la espalda a los que me golpeaban, pero el Señor me ayudó’. En el siervo sufriente, en la Pasión de Cristo, en su muerte de Cruz también te invito a contemplar el dolor, el sufrimiento de tantos hermanos nuestros.
Contemplar al siervo sufriente
Es importante contemplar al Cristo, al siervo sufriente que padeció la muerte de cruz, pero también contemplar a tantos hombres y mujeres, niños, familias que sufren de muchas maneras: hambre, persecusión, pobreza, la guerra, el odio, el narcotráfico, la corrupción. ¡Eso es dolor y sufrimiento! En la contemplación de estos hermanos nuestros, tenemos que ser sensibles, ahí contemplamos al Cristo sufriente y pedir perdón de nuestros pecados, de nuestra maldad y egoísmo por eso nos preparamos durante la Cuaresma en el ayuno en la caridad, en la oración, convertirnos, para desde la cruz cambiar, abrazando al Cristo en la cruz, cambiar el mundo, la Iglesia, la familia, todo.
Por eso también en este Domingo de Ramos como lo conocemos hay el momento de alegría al inicio en la procesión de Ramos, una entrada triunfal y luego la Pasión… qué contraste: lo recibimos primero con algarabía y gozo, pero luego se proclama la Pasión, el dolor, el sufrimiento, y ahí estoy yo que lo niego, que lo vendo por unas monedas, que lo traiciono con mis actos. Entonces hay que convertirnos, cambiar, ser mejores.
El salmo refleja todo el dolor ‘Dios mío…’ ¡Qué salmo tan fuerte!
Hermanos, vivamos a plenitud esos días santos. Participa, algunos descansan, pero en medio del descanso hay que vivir la liturgia desde el Domingo de Ramos, Domingo de Resurreción y luego cada domingo los cincuenta días de la Pascua, espíritu de fe, de unirnos a Cristo acompañar a Jesús en su Pasión, Muerte y resurrección.
El Señor te bendiga y te fortalezca. Cuídate mucho, un abrazo.