Lectio Divina correspondiente al domingo 13 de abril. Domingo de Ramos. Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 19, 28-40.
En aquel tiempo, Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita’ «.
Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: «¿Por qué lo desamarran?» Ellos contestaron: «El Señor lo necesita». Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él.
Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!» Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Él les replicó: «Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras».
Ahora hagámonos las siguientes preguntas:
Al acercarse a Jerusalén, ¿qué indicaciones da Jesús a dos de sus discípulos?
Una vez que encontraron todo tal como indicó Jesús ¿qué sucede?
Al ir Jesús avanzando montado en el burrito ¿qué hacía la gente y la multitud de discípulos?
¿Qué era lo que entusiasmadamente le gritaban?
¿Qué responde Jesús a los fariseos ante su señalamiento?
Interioricemos en el texto
Jesús va en camino hacia Jerusalén y con las indicaciones que da a los dos discípulos sobre el llevarle un burrito para después montarlo y entrar así a la ciudad, manifiesta el tipo de Rey que es. Su reinado no está en el poder y dominio, sino en el ejercicio de la humildad y el servicio. Él mismo así lo enseñaba a quienes lo seguían: “El que quiera ser el primero (el rey) que se haga el servidor (el último) de todos” (Marcos 9, 35). Mucha de esa gente es quien lo recibe entusiasmadamente alabándolo y gritando “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Ellos le habían escuchado, lo vieron realizar milagros, reunirse con los marginados y pobres. Y así, con mansedumbre y humildad, se adentra a la semana clave de su vida que, despojándose de su rango, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cfr. Filipenses 2, 6-11). Sin duda, ¡Jesucristo, es un Rey diferente!
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
¿A qué me llama el saber que Jesús es un Rey diferente?
¿De qué manera reconozco y manifiesto que Jesús es mi Rey y Señor?
En tu historia de seguimiento a Jesús, ¿hay momentos de entusiasmos pasajeros como los de la muchedumbre que aclama a Jesús? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para no caer en ello?
¿Cómo voy a acompañar a Jesús durante esta Semana Santa?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
aumenta la fe de los que esperan en ti.
Que vivamos estos días santos con toda devoción
y con el corazón jubiloso porque eres nuestro Rey.
Que seamos capaces de acompañarte participando de tu cruz
para llegar contigo a la Jerusalén del cielo.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces durante la semana un versículo de la Sagrada Escritura para que alimente nuestra fe:
«Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre de todo nombre» (Filipenses 2, 9).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Después de haber preparado nuestros corazones en el camino de la Cuaresma, este Domingo de Ramos iniciamos las celebraciones de la Semana Santa con la entrada de Jesús a Jerusalén. Hagamos de nuestra vida una ofrenda al Señor.
Propuesta: Vive esta Semana Santa participando de las celebraciones en tu comunidad parroquial. Reserva tu corazón y tu tiempo para Dios acompañándolo en el silencio y la oración. No olvides orar y dar gracias a Dios por nuestros sacerdotes, religiosas y servidores que con su amor y entrega hacen que podamos vivir estos días santos devotamente.