Jessica Morales Santos/ Fe y Compromiso Social
Existe la presencia de Dios en cada persona en la tierra, unos la viven, algunos la intentan ignorar y otros la mal interpretan. Sucede cuando se trata de llevar un bien a la sociedad, pero nuestras bases morales no están bien cimentadas. Y sobre todo cuando no le damos la trascendencia de la dignidad humana.
Hace unos días mi abuelo me preguntaba que cuál era mi opinión sobre los cambios que habría en el gobierno de nuestro Estado (y que ya se realizaron). Me comentaba que a lo largo de su vida ha tenido que elegir representantes y que ha tratado de no faltar con esta responsabilidad. Él me dio a entender, que si algo hay que saber de la política es que existe la imperfección de la humanidad y que un solo hombre no puede tomar las decisiones, sino que necesita del pueblo y su expresión de necesidades o sea ‘la participación ciudadana’ para así evitar que la política se ensucie . Que no debe ser solo verbal, sino también a las acciones que edifican a una fraternidad.
Yo he aprendido de él, que el trabajo dignifica, que la rectitud y respeto por las instituciones que construyen la sociedad son la base del buen ciudadano y es la congruencia de un buen cristiano.
Con la ideología política que ha estado presente a lo largo de la historia, se nos ha olvidado que el fin no justifica los medios. Tomar la pobreza como un medio para ganar popularidad, cuando erradicar la pobreza debería ser el fin importante porque los ojos de un cristiano deben estar sobre el hermano que sufre y la política es el medio por el cual todos nosotros podemos servir y defender a quienes son vulnerables. La mejor política es cuando abrimos lo ojos para ver las necesidades y cuando paramos la oreja para escuchar las mejores propuestas.
Debemos ser congruentes con el espíritu de caridad y servicio que siembra nuestra Iglesia y tenemos que dejar el hartazgo y el conformismo, para ser una Iglesia en salida, para dignificarnos con el trabajo y por medio de acciones llevar a Dios a los rincones de la tierra.
Invito a los lectores a investigar las propuestas de cualquier candidato, en cualquier elección, alzar la voz, y pedirle al Espíritu Santo que nos dé sabiduría para actuar en favor al bien común y no en nuestros propios intereses. Debemos saber que nuestro compromiso de fe esta en las obras, pues “cuando está en juego el bien de los demás no bastan las buenas intenciones, sino lograr lo que ellos y sus naciones necesitan para realizarse”. (Fratelli Tutti [180])