José Mario Sánchez Soledad/Autor
Siempre frontera
Al preguntarse desde cuando ha sido frontera la zona de Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, Chihuahua, la repuesta es siempre lo ha sido, con sus consecuencias innatas. Los primeros planos indican, así como los documentos de fundación demuestran que dependía y fue fundada desde la Custodia de San Pablo y pertenecía inicialmente a su autoridad.
El 26 de agostos de 1685, un grupo de pobladores originales de Nuevo México escriben una carta al virrey Conde de Paredes, con argumentos para probar que Paso del Norte pertenecía a Nuevo México y no a Nueva Vizcaya. Sin embargo, será siempre una constante por las autoridades tanto eclesiásticas como civiles de la Nueva Vizcaya el excederse y pretender incluir al Paso del Norte dentro de su jurisdicción. Ejemplos de estos excesos se dieron permanentemente, en 1683 un informe de don Lope de Sierra “sobre las cosas tocantes al Reyno de la Nueba Vizcaya”, dice “el río que llaman del Norte que es el que divide la Jurisdicción de la Nueba Vizcaya de la de la Nueba México.
Lo anterior nos lo cometa el padre Dizán Vázquez en sus escritos sobre las misiones de Chihuahua. El Plano de Miera de 1758 pone la frontera de la Nueva Vizcaya cerca de la actual Ciudad de Ahumada y hacia el poniente de donde hoy se localiza Gerónimo-Santa Teresa. Algunos mapas mostraban la extensión del territorio de Nuevo México hasta el río Sacramento, lo cual generaba conflicto con la Nueva Vizcaya.
En una frontera siempre existen desavenencias entre diversas partes, ya que son el punto donde se juntan realidades diferentes y esto genera siempre tensión y a la vez necesidad de mejor comunicación y administración. Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez siempre ha sido frontera porque aquí se juntó y confrontó el esfuerzo evangelizador y colonizador que se inició desde Santa Fe, con el que esfuerzo arrancado desde la Nueva Vizcaya.
Para entender algunos conflictos eclesiales del siglo XVIII, es importante entender la definición de Custodia, Provincia y Diócesis dentro de la estructura administrativa de la Iglesia.
Al iniciar la evangelización de nuevos territorios en la Nueva España, los reyes católicos (en comunión con el Papa), encomendaron a órdenes religiosas como los franciscanos y jesuitas el esfuerzo fundacional. Los intereses del mundo suelen interferir con los fines trascendentales, por lo anterior la labor de los religiosos era distribuir el Evangelio y mantener como primordial el interés de salvar las almas.
La primera Custodia Franciscana fue la del Santo Evangelio en la Ciudad de México. Al crecer una custodia en tamaño se convertía en Provincia y obtenía una mayor autonomía y solo respondía directamente al responsable de la orden que se mantenía en contacto con el rey y el sucesor de Pedro. Esta estructura custodial, provincial y religiosa se fue desarrollando en paralelo con la estructura diocesana, que también es llamada secular, ya que es solo sacramental y no promueve carismas específicos como lo hacen los religiosos.
La diócesis es un conjunto de fieles católicos, cuyo cuidado pastoral está encomendado a un obispo, auxiliado por los sacerdotes y los diáconos. Ese conjunto de fieles habita en un territorio determinado. Las diócesis, a su vez, se dividen en parroquias y estas facilitan la atención pastoral de los fieles, las cuales están encomendadas a un pastor llamado párroco o cura de almas. La diócesis se funda después de la misión, una vez que las comunidades están evangelizadas y estables.
Para mantener los balances se nombraron a través del tiempo otras estructuras de gobierno. En la actualidad, la Iglesia católica, dondequiera que esté establecida, se divide
principalmente para su administración en diócesis.
Actualmente las órdenes religiosas para poder trabajar en cualquier territorio diocesano necesitan la autorización del obispo local. También hay que mencionar que existen algunos religiosos que tienen solo como autoridad superior al papa y no requieren permisos episcopales. Pero, aun así, es una buena práctica contar con la autorización de la prelatura local.
En 1530 se fundó la diócesis de México-Tenochtitlan, con jurisdicción en todo el territorio mexicano que comenzaba a ser evangelizado. Siguieron diócesis en Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Puebla, Jalisco, y Yucatán. En el siglo XVI existían solo siete diócesis en la Nueva España.
La autoridad diocesana inició en la Nueva Vizcaya con el establecimiento de la primera parroquia, a cargo de sacerdotes del clero secular, en Santa Bárbara en 1564.
La administración espiritual más cercana de la población, criolla, española y mestiza quedó de arranque en esta zona dentro de la jurisdicción del obispado de Guadalajara. El obispado de la Nueva Galicia además comprendía el territorio de Jalisco, Nayarit, Aguascalientes, Zacatecas, y parte de San Luis Potosí.
Durante la expedición de Francisco de Ybarra llamó a este territorio la Nueva Vizcaya. El obispado de Guadalajara absorbió entonces todos los estados comprendidos en este reino, incluyendo Durango y Chihuahua, además de todo lo que se extendía hacia el norte con límites remotos e indefinidos.
La expedición de Ybarra no cruzó el Río Conchos, no fue hasta el viaje de Fray Francisco López y fray Agustín Rodríguez que se reanudó el interés por tierras más al norte, por Nuevo México.
Así se establece una diócesis en Durango, que en teoría también tendría derecho eclesial sobre el Nuevo México.
Gracias a la labor de la Custodia de San Pablo fue fundada la Misión de Guadalupe de los Indios Mansos de Paso del Norte.
La cercana atención dada por los franciscanos y la desatención de la Nueva Galicia y la Nueva Vizcaya generaron en los paseños una identificación mayor con Santa Fe, cuestión que generaría desavenencias a través del tiempo con estas autoridades eclesiásticas y civiles de más al sur de la Nueva España.
Pablo V erigió el obispado de Guadiana o de la Nueva Vizcaya, con sede en la ciudad de Durango y con jurisdicción sobre un territorio que incluían los hoy estados de Durango, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Nuevo México, Arizona, Zacatecas y, desde 1681, también las Californias.
Su primer obispo fue el agustino fray Gonzalo de Hermosillo. Tenía autoridad sobre los franciscanos, al menos donde existieran parroquias (población ya evangelizada) y comenzó a interesarse por aquellas lejanas regiones del virreinato. Sin embargo, el distinguir entre lo que era aún una Misión y Parroquia no fue asunto fácil.
La Custodia de San Pablo y sus misiones.