Lectio Divina correspondiente al 12 de febrero de 2023, VI Domingo del Tiempo Ordinario… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Mateo 5, 17-37.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: No crean que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas; no he venido a abolirlas, sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias. Porque les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra la más pequeña letra de la ley estará vigente hasta que todo se cumpla. Por eso, el que descuide uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe a hacer lo mismo a los demás, será el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, será grande en el reino de los cielos. Por eso les digo que si no son mejores que los maestros de la ley y los fariseos, ustedes no entrarán en el reino de los cielos. Han oído que se dijo a nuestros antepasados: No matarás y el que mate será llevado a juicio. Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano será llevado a juicio; el que lo llame estúpido será llevado a juicio ante el Consejo de Ancianos, y el que lo llame imbécil será condenado al fuego que no se apaga. Así pues, si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego regresa y presenta tu ofrenda. Trata de ponerte de acuerdo con tu adversario mientras vas en camino con él; no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo. Han oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que todo el que mira con malos pensamientos a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho es ocasión de pecado para ti, arráncatelo y arrójalo lejos de ti; te conviene más perder uno de tus miembros, que ser echado todo entero al fuego que no se apaga. Y si tu mano derecha es ocasión de pecado para ti, córtatela y arrójala lejos de ti; te conviene más perder uno de tus miembros que ser arrojado todo entero al fuego que no se apaga. También se dijo: El que se separe de su mujer, que le dé un acta de divorcio. Pero yo les digo que todo lo que se separa de su mujer, salvo en caso de unión ilegítima, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una separada, comete adulterio. También han oído que se dijo a nuestros antepasados: No jurarás en falso, sino que cumplirás lo que prometiste al Señor en juramento. Pero yo les digo que no juren en modo alguno; ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran rey. Ni siquiera jures por tu cabeza, porque no puedes cambiar de color ni uno solo de tus cabellos. Que tu palabra sea sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que pasa de ahí, viene del maligno. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿Qué es aquello que aclara Jesús a sus discípulos sobre las enseñanzas de la ley y los profetas?
¿Cuáles son las cuatro propuestas de Jesús a sus discípulos sobre las vivencias de la ley con el fin de llevarlas a plenitud?
¿Qué les dice Jesús sobre la observancia de la ley y el Reino de los cielos?
Breve Estudio Bíblico
La liturgia de la Palabra que reflexionaremos para este domingo es en relación con las enseñanzas de Jesucristo a sus discípulos sobre como se han de vivir los preceptos de la ley y los profetas, es decir, el Antiguo Testamento. La ley propone el bien y condena el mal, los profetas anuncian y llaman a la observancia de la ley y exhortan a la verdadera conversión al Señor que es rico en amor y misericordia. Sirácide, en la primera lectura, hace hincapié a ello de una manera muy clara: Si tú lo quieres, puedes guardar (cumplir) los mandamientos, permanecer fiel a ellos es cosa tuya (v. 15). San Pablo señala que esta libertad dada al hombre por Dios ha de ser guiada por el Espíritu Santo que ofrece la sabiduría divina.
La enseñanza de Jesucristo en el Evangelio es el profundizar en el cumplimiento de la ley desde el corazón y les da a sus discípulos cuatro propuestas sobre los preceptos del no matar, el adulterio, el divorcio y el juramento que seguramente eran cuestiones de discusión en la comunidad de Mateo. El Reinado de Dios en la tierra es proporcional a la capacidad de cada persona de profundizar y vivir desde el amor. Jesucristo es el modelo, se hace cercano a quienes yacen caídos al margen del camino y se identifica con los más pequeños para el mundo ofreciendo su amor y misericordia.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
“No matarás”, no solo se mata con armas, sino también con las palabras y acciones. “No cometerás adulterio”, es la bienaventuranza del pobre de espíritu. El precepto del divorcio es también respetar la dignidad de toda persona. “No jurarás en falso”, es, además, tener la madurez de cumplir lo que se dice y se promete. ¿Hay la suficiente humildad en mí para reconocer mis errores, el suficiente amor para actuar y para pedir perdón a quienes he ofendido?
¿Cómo viviríamos desde la conciencia de saber que el otro, mi prójimo, es mi otro yo? ¿Me amaría más? ¿Amaríamos más?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
te ruego me hagas siempre anhelar
tu amor y tu compañía.
Valorar la libertad que me das para ejercerla
desde la guía de tu Santo Espíritu y,
encarnar tu misericordia con mis hermanos.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
«Delante del hombre están la muerte y la vida; le será dado lo que él escoja» (Sirácide 15, 17).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
¿Te has puesto a pensar lo que puedes hacer por amor?
Propuesta: Le pediré a Dios la humildad y el valor de reconocer mis errores y pecados acudiendo al Sacramento de la Reconciliación. Voy a orar por aquellas personas que me han ofendido, agredido o rechazado. Demos amor al mundo ¡Dios está con nosotros!
Primera Lectura: Sirácide 15, 16-21
Salmo 118
Segunda Lectura: 1 Corintios 2, 6-10
Color: Verde