Lectio Divina correspondiente al domingo 16 de marzo. II Domingo de Cuaresma. Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/IBSJ
1.Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 9, 28-36.
En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.
No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo. Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Ahora hagámonos las siguientes preguntas:
¿Quiénes acompañaban a Jesús a subir al monte?
Mientras Jesús oraba ¿qué le sucedió?
¿Quiénes eran los dos personajes que aparecieron y de qué hablaban?
Al despertarse Pedro y sus compañeros ¿qué sucedió?
¿Qué dice la voz que sale de la nube?
¿Cómo reaccionaron los discípulos ante lo que habían visto?
Interioricemos en el texto
Con el fin de comprender mejor el Evangelio, tomemos en cuenta tres hechos que anteceden la escena de la transfiguración: la proclamación de fe del apóstol Pedro, el primer anuncio de Jesús sobre su pasión y muerte, y la enseñanza sobre las condiciones para ser su discípulo (Lucas 9, 18-27). Considerando esto, el relato se centra más en los discípulos al mostrar que suben con Él al monte, ven, escuchan, se duermen, se llenan de miedo y se quedan en lo hermoso del evento queriendo detener el tiempo por el momento glorioso que están presenciando. No comprenden las palabras de Jesús y el significado de lo que sucedía. Por eso Cristo los exhorta a que, como discípulos, deben asumir el camino de la Cruz para entrar en la gloria. Aquí se presenta la íntima relación de esta escena con la Escritura ya que Moisés y Elías representan a la Ley y los Profetas para atestiguar que el plan salvífico del Padre se está llevando a cabo con Jesús. Esto lo confirma y revela el Padre mediante su propia voz que sale de la nube: “Éste es mi Hijo elegido, escúchenlo”. Al transfigurarse Jesús mientras ora, muestra la vinculación gloriosa que existe con el Padre y esto permite discernir que los discípulos vivieron su propia transfiguración en el cambio que hubo al comprender ya el significado de esta epifanía, su concepción hacia Jesús y su actitud para vivir su fe y discipulado.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Mi manera de comprender a Cristo ¿corresponde con lo que Él dijo e hizo?
¿Qué puedo transfigurar en mí para evitar el peligro de idealizar a Dios a mi conveniencia en vez de convencerme y asumir la misión del Maestro como un don y tarea?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Padre Nuestro,
hoy nos llamas a escuchar a tu Hijo.
enmudece los ruidos mundanos
que nos hacen perdernos de este tiempo santo.
Danos tu Espíritu para que nos guie y fortalezca
a vivir nuestra propia transfiguración
con un corazón contrito y así
lograr contemplar la gloria de tu Hijo.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces durante la semana un versículo de la Sagrada Escritura para que alimente nuestra fe:
El Señor es mi luz y mi salvación. (Salmo 26).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Este tiempo de Cuaresma es ideal para vivir nuestra propia transfiguración y así lograr ser auténticos discípulos de Jesús.
Propuesta: Pasaré tiempo ante el Santísimo Sacramento en adoración, dedicaré más tiempo a la lectura de la Sagrada Escritura y acompañaré el camino a la Pascua con obras de misericordia.