Mons. Luis José Rueda Aparicio/ Arzobispo de Bogotá
El quinto capítulo de la carta encíclica Fratelli tutti, se abre con un párrafo que resume y anti- cipa el propósito del papa Francisco en esta sección de su encíclica; en este párrafo se encuentra un condensado de lo que va a desarrollar a lo largo del capítulo, y allí también, se encuentra el título escogido para este capítulo. Veámoslo:
Para hacer posible el desarrollo de una comu- nidad mundial, capaz de realizar la fraterni- dad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto (FT 154).
Podemos ver aquí, en germen, una dinámica interna del capítulo en tres momentos: la realidad de la actual política, la iluminación de la sana política y las acciones propuestas.
La realidad de la actual política
En la actualidad se constata la realidad negativa, “desgraciadamente”, de unas formas de política que en vez de facilitar “dificultan”, porque esconden “el desprecio de los débiles”. Este primer momento lo encontramos desarrollado en los numerales 155 a 169, con un título: populismos y liberalismos. Aquí podemos anexar también, el tema titulado: el poder internacional, que está en los numerales 170 a 175.
El Papa denuncia que se ha construido la polarización entre populista o no populista, y la manera como este estilo de divisiones pretende encajonar a las personas y a las organizaciones sociales. Sabemos que toda polarización hace daño ya que genera rivalidades peligrosas, polémicas estériles, además produce excesos que injustamente exaltan o desacreditan a personas y organizaciones.
“El desprecio de los débiles” es el gran vacío de fondo en las tendencias con “formas populistas”, porque los utilizan demagógicamente para conseguir sus fines, lo mismo que en aquellas con “formas neoliberales” individualistas, porque los ponen al servicio de los poderosos intereses económicos. Miremos unas claves para avanzar:
*El pueblo: estamos llamados a trabajar por la identidad común de pueblo, como categoría abierta, hecha de lazos sociales y culturales; un pueblo vivo, capaz de nuevas síntesis incorporando al diferente, caminando hacia el bien común, con liderazgos populares capaces de interpretar el sentir común y de ponerse al servicio del pueblo.
* El trabajo: es necesario promover la existencia digna del pueblo por medio del trabajo, como una dimensión irrenunciable de la vida social que establece relaciones sanas y permite la producción comunitaria en orden al desarrollo humano integral.
Para lograr la implementación de estas dos claves, se requiere un verdadero cambio en los corazones humanos, una verdadera conversión de vida.
La iluminación de la sana política
El papa Francisco pasa luego a proponernos “la mejor política”, aquella política que está puesta al servicio del bien común, de la fraternidad y de la amistad social. Este segundo momento, parte con un interrogante: “¿puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”. La respuesta la encontramos desarrollada en los numerales 176 a 185, con un título: una caridad social y política. Allí encontramos propuestas iluminadoras:
* La política sana: necesitamos una política que asuma un proyecto común de humanidad presente y futura, que no se someta a la economía, que piense en el bien común a largo
plazo, “una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común” (FT 179).
* El amor político: cuando reconocemos a cada ser humano como un hermano o una hermana, desarrollamos el sentido social y superamos toda forma de individualismo, entonces nace el amor político: “la caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une” (FT 182).
* El amor efectivo: el amor social es efectivo, capaz de construir un mundo nuevo; este amor social para que sea eficaz necesita la luz de la verdad, caritas in veritate, solo así logra superar la emotividad privada y el relativismo: “porque cuando está en juego el bien de los demás no bastan las buenas intenciones, sino lograr efectivamente lo que ellos y sus nacio- nes necesitan para realizarse” (FT 185).
Las acciones propuestas
Podemos luego abordar la tercera parte del quinto capítulo, en la cual el papa Francisco nos lleva a profundizar el amor “imperado”, entendido como aquellos actos de caridad que impulsan a crear instituciones más sanas, regulaciones más justas, estructuras más solidarias. Esta temática está desarrollada en dos apartados, el primero titulado: la actividad del amor político, lo encontramos en los numerales 186 a 192; el segundo, con el título: más fecundidad que éxitos, es la sección que va del número 193 hasta el 197. De allí podemos tomar para nuestra vida personal y comunitaria las siguientes propuestas:
*“Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura, y por lo tanto verdaderamente integrados en la sociedad. Esta mirada es el núcleo del verdadero espíritu de la política” (FT 187).
* “Por eso la política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el de acabar eficazmente con el hambre. Porque cuando la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren de hambre. Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable” (FT 189).
* “Mientras en la sociedad actual proliferan los fanatismos, las lógicas cerradas y la fragmentación social y cultural, un buen político da el primer paso para que resuenen las distintas voces” (FT 191).
* “En la actividad política hay que recordar que «más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!” (FT 195).
Y concluyo esta aproximación al quinto capítulo invitando a que nos acerquemos y dialoguemos con los líderes políticos, como seres humanos, como hermanos con una vocación especial, porque ellos necesitan de la Iglesia y, de manera especial, de quienes tenemos la misión de pastorear, las luces, los caminos y los medios que los lleven a vivir una sólida y coherente espiritualidad política al servicio del bien común.
“También en la política hay lugar para amar con ternura. ¿Qué es la ternura? Es el amor que se hace cercano y concreto” (FT 194).