Ha causado impacto en Netflix al advertir sobre los peligros de no prevenir la violencia con acompañamiento a niños y jóvenes
Dianet Núñez Ramos/Psicoterapeuta adolescentes y adultos
Una plática común en reuniones suelen ser las series o películas que impactan, crean nostalgia, son de un tema real o con las cuales nos identificamos directamente.
No suelo verlas con regularidad y en ocasiones me siento fuera de lugar cuando no estoy acorde en una charla, pero en particular la serie “Adolescencia”, presentada en una plataforma, ha causado impacto y puesto a reflexionar a quienes estamos inmersos en el trabajo con jóvenes, ya sea en escuela, gobierno, iglesia, justicia o padres de familia, lo que me motivó y obligó a verla, como entretenimiento de inicio, pero no fue posible como tal solamente, ya que encierra contenido que como menciono, los que estamos involucrados con adolescentes debemos estar preparados, alertas y conscientes de que el acompañamiento de un menor no sólo es formativo, con consecuencias y recompensas, sino identificar y traspasar emociones, promoviendo el manejo idóneo y oportuno de las mismas.
Impactos de la miniserie
En esta miniserie de cuatro capítulos observamos y sentimos lo que encierra e impacta la discriminación, presión social, relaciones sexuales a temprana edad, radicalismo, masculinidad no adoptada adecuadamente, ‘bullying’, pornografía, mal uso de los medios electrónicos, búsqueda de identidad, ‘sexting’, minimización de hechos, soledad, compensación como padres para los hijos, vulnerabilidad, misoginia, distorsión entre entretenimiento y realidad de las redes sociales y contenido en Internet, el no ser popular o serlo por una característica negativa, inseguridad, etc.
Podemos continuar con esta lista de aspectos sobresalientes, pero lo importante es que ha permitido reflexionar, identificar y palpar la sensibilidad como sociedad de lo que nos falta por hacer, de que hemos promovido una jerarquización de valores y prioridades humanas dejando a un lado el ser, anteponiendo el tener, en donde el valor como persona, acercamiento, comunicación y externar necesidades se ven como debilidades, normalizado una crianza en proveer, estar cercanos, pero no inmersos en la vida, sentimientos, espiritualidad y emociones, sobre todo en su autoconcepto.
También viendo la adolescencia como una etapa de necesidades y expresiones rebeldes ya sea en silencio o tangiblemente, con cambios de humor, pero evitando hacer un alto para nutrir, dar herramientas y comprometerse de inicio a fin en sus necesidades, no en cubrirlas del todo, sino darle los elementos adecuados para satisfacerlas o simplemente dejarlas pasar si así fuera lo conveniente.
Lo que pensamos
Pensamos que con brindar lo necesario, un ambiente cordial, con cumplir lo mejor posible en su formación académica y diversión, lo es todo.
Estamos criando, formando seres humanos, personas, con sentimientos, frustraciones, carencias, que no todo debe ser complacido sin saber perder y ganar, en el respeto y valoración del otro, en fin, una gama de ingredientes que un humano en todo su existir debe enfrentar, pasar, brincar, vibrar, disfrutar, etc.
Que cada etapa se viva en armonía con la madurez física y mental, con los temas sociales equilibrados. Como nos causó impacto que un menor de tan sólo 13 años de edad enfrente un protocolo de adulto, a pesar de sumar a su figura paterna y los involucrados dar un buen trato, no deja de ser un evento que como persona deba evitar vivir. Lo ideal es que el tipo de acto que lo causó no hubiera sucedido y que como sociedad deberíamos de estar más comprometidos con la prevención e intervención, en lugar de la corrección. Es tan sólo un adolescente con temores, miedos, dudas, que no tuvo las herramientas para canalizarlas a su favor y también de quienes lo rodeaban.
Qué hacer
¿Qué podemos hacer como cuidadores, padres de familia o participantes con quienes viven la adolescencia? Evitar normalizar, ser indiferentes, promover la comunicación, escuchar de una y mil formas sus expresiones, soledad, con quién se relaciona y con quién no, entender personalidades, demostrar amor de diferentes formas, con disciplina, consecuencias, gratificaciones, evitar caer en la comodidad de que como no pasa nada todo está bien, ser cercanos a sus medios de acción sin invadir (hacerlo cuando es necesario), conocer su escuela, no sólo por nombre y resultados, sino sus maestros y procesos.
También involucrarse en sus gustos, aficiones, vivir con ellos sus logros, llegar a la verdad, aunque duela, pero enfrentarla y acompañar.
Con amor los hijos llegaron, con amor deben de ser tratados,
con amor escucharlos y guiarlos, con amor acompañarlos.