Lectio Divina correspondiente 31 de diciembre de 2023 Domingo de La Sagrada Familia …Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 2, 22-40.
Cuando se cumplieron los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como prescribe la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor. Ofrecieron también en sacrificio, como dice la ley del Señor: un par de palomas o dos pichones. Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías enviado por el Señor. Vino, pues, al templo, movido por el Espíritu y, cuando sus padres entraban con el niño Jesús para cumplir lo que mandaba la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar que tu siervo muera en paz. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, como luz para iluminar a las naciones y gloria para tu pueblo Israel. Su padre y madre estaban admirados de las cosas que se decían de él. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: -Mira, este niño hará que muchos caigan o se levanten de Israel. Será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón: así quedarán al descubierto las intenciones de muchos. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya muy anciana. Había estado casada siete años, siendo aún muy joven, y después había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, dando culto al Señor día y noche con ayunos y oraciones. Se presentó en aquel momento y se puso a dar gloria a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Cuando cumplieron todas las cosas prescritas por la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía llenándose de sabiduría, y contaba con la gracia de Dios. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿Qué hicieron los padres del niño Jesús al llegar los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés? ¿Qué prescribe la ley del Señor en cuanto al primogénito varón de una familia?
El relato presenta a Simeón, ¿quién era?
¿Qué hizo Simeón al ver entrar al templo al niño Jesús acompañado de sus padres?
¿Qué palabras le dirige a la madre del niño Jesús?
¿Quién era Ana y qué hizo?
Al cumplirse todas las cosas prescritas por la ley del Señor ¿a dónde fueron el niño Jesús y sus padres? ¿Qué sucedía con el niño Jesús?
Breve Estudio Bíblico
En este último domingo del año civil celebramos la fiesta de la Sagrada Familia donde el Evangelio presenta a varios personajes que nos dan una gran luz para nuestra vida al estar también por iniciar un nuevo año. San Lucas al hablar de María y José, más que retratarlos como observadores y cumplidores de las costumbres religiosas y sociales de su tiempo, hace hincapié en el significado de la entrada del niño Jesús al templo que mencionar que la purificación no fue de María, sino “de ellos”. Esto nos hace recordar la profecía de Malaquías: “El Señor entrará a su Templo, limpiará a los descendientes de Leví y los purificará” (Malaquías 3, 1-3). Esto significa que, con la entrada de Jesús al Templo, todo sacrifico queda purificado porque Él es el único sacrificio agradable a Dios (Hebreos 9, 11-14) y es la verdadera morada entre Dios y los hombres (Juan 2, 18-22). Así los personajes de Simeón y la profetisa Ana, con sus palabras y hechos, representan al pueblo judío y sirven de marco a san Lucas para subrayar que Jesús es el Mesías davídico y no sólo salvador de unos pocos, sino de todos. María y José, Simeón y Ana, personifican la esencia del vivir: la consumación del encuentro con el Mesías ha de ser el único sentido de vida, pues es Jesús por quien se vive.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Simeón es presentado en el relato como una persona sensible a la presencia de Dios en su vida que sabe escuchar la Palabra y le es fiel dejándose guiar por el Espíritu Santo. ¿Qué lugar tiene en mi vida la Palabra de Dios? ¿Qué es aquello que puedo eliminar y agregar en mi vida para permitir que el Espíritu Santo actúe en mí?
¿Qué estoy dispuesto a realizar en mi familia para que, a la luz de la Sagrada Familia de Nazaret, todos vivamos y crezcamos llenándonos de la sabiduría de Dios?
Tanto Simeón como la profetisa Ana, fiándose en la fe, esperaron ver al Mesías. En este año que comienza, en mis proyectos y esperanzas ¿está Dios presente?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Dios,
que a la luz de los lazos de amor y unidad de la Sagrada Familia,
reconozcamos en la nuestra un signo de tu presencia y amor.
Arranca de nuestros corazones todo rencor y apatía para que,
a ejemplo de José y María,
nos ofrezcamos como un don total para nuestras familias
buscando siempre la paz y el amor que vienen de Ti.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
«El Señor nunca olvida sus promesas» (Salmo 104).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Hagamos el compromiso de actuar con amor en nuestras familias diciéndoles con palabras y actos lo importante que son para nosotros. ¡Vayamos a la Santa Misa en familia!
Propuesta: El año que comienza es un buen tiempo para reconciliarnos con ese familiar del cual nos hemos distanciado. Pidamos a Dios el valor y su compañía para realizar esa llamada o esa visita. Verás qué bueno es el Señor.
Primera Lectura: Génesis 15, 1-6; 21, 1-3
Salmo 104
Segunda Lectura: Hebreos 11, 8. 11-12. 17-19
Blanco