Con los lamentables hechos ocurridos en el juego entre los equipos Querétaro y Atlas, el pasado sábado 5 de marzo, en el Estado La Corregidora, todo México quedó atónito.
Como se reportó en medios de comunicación y principalmente en redes sociales durante los primeros momentos de los hechos, durante el segundo tiempo del partido se inició en las gradas una gresca que terminó varios minutos después con escenas dantescas, aficionados y familias enteras ingresando a las canchas para resguardarse de los disturbios que, según los reportes oficiales, dejaron más de 20 personas seriamente lesionadas.
Tanto a nivel nacional como a nivel mundial la sociedad repudió estos lamentables sucesos. Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Cuáles medidas podrían evitar sucesos de violencia en el fútbol, como lo ocurrido en Querétaro?
La principal medida, casi imposible, sería la de prohibir la venta y consumo de bebidas embriagantes en los partidos de futbol. Y menciono que es casi imposible porque tienen mucho poder los empresarios cerveceros que son los dueños de los equipos de futbol y de los estadios. Un gran negocio a la medida.
Las tres esferas de gobierno tienen en sus manos la solución si quisieran hacerlo. Es de conocimiento de toda la afición que los estadios abren sus puertas seis horas antes del partido, con vendedores de cerveza entre las gradas o butacas. Ocurre en todos los estadios de la República Mexicana.
Aunado a lo anterior, el hecho de que ya no existen alcohólicos puros, es decir, ya generalmente todo bebedor combina alcohol con sustancias energéticas o drogas, como las tachas, cristal, fentanilo etc. Lo que trastorna seriamente la personalidad del adicto a las bebidas embriagantes.
Científicamente está demostrado que el alcoholismo es una enfermedad incurable, progresiva y mortal. La Organización Mundial de la Salud ha emitido varias recomendaciones a México por el alto porcentaje de consumidores de cerveza, que es la reina de las drogas legalizada, sin que ninguna autoridad se imponga ante este grave problema que desintegra a las familias, además de causar daños emocionales en todo el círculo familiar donde vive un alcohólico.
La venta de alcohol debe ser controlada por las autoridades limitando el número de cervezas por persona y que sean adultos. Igualmente prohibir que se venda entre las gradas y butacas. Deben utilizarse las barras dentro de las instalaciones para llevar un control supervisado.
Es un pésimo ejemplo para los niños ver a sus padres embruteciéndose en los juegos de futbol. Por cierto, no se necesita acudir al estadio porque este deporte como otros, generalmente las familias los ven en su televisor acompañados de botanas y cervezas, porque es la costumbre y estamos bombardeados de comerciales de sus patrocinadores. Seguramente quienes leen mi opinión, seré severamente criticado por los que se sienten aludidos.
Lic. Héctor Ramón Molinar Apodaca/ Abogado mediador
Una medida sería que se desaparezcan las barras, las famosas porras porque muchas de ellas son las que producen violencia. Y que se apliquen las sanciones verdaderamente ejemplares, porque, por ejemplo, en general, para este caso en el partido Querétaro vs Atlas, la gente esperaba un castigo más severo en el Estadio la Corregidora y no fue así.
Lo otro es que la venta de la cerveza debe ser más moderada para evitar la embriaguez de los asistentes. También se debe proveer mayor personal de seguridad en los estadios y los estadios deberían tener áreas especiales destinadas a los aficionados del equipo visitante, y que estén bien protegidos.
En este sentido podemos aprender del futbol italiano, futbol inglés o argentino. En México vivimos un acontecimiento como ellos lo vivían en los 90s en el 2000, que eran acontecimientos sangrientos, pero ahora ha cambiado, y en ese sentido México puede tomar experiencias de aquellos países.
Pbro. René Murillo/ Capellán del Equipo Bravos
Lo ocurrido el pasado 5 de marzo en el estadio Corregidora de Querétaro, debe obligarnos a reflexionar sobre lo que podemos hacer para evitar que esto vuelva a suceder. Aunque las sanciones ya fueron emitidas, creo que hay varias cosas que podrían considerarse.
Primero, desaparecer las barras o los mal llamados grupos de animación, es más que evidente que el propósito de estos grupos perdió el rumbo hace mucho tiempo, aunque estoy seguro de que muchos de sus integrantes tienen la intención de apoyar a su equipo, hay otros tantos que se aprovechan para insultar y golpear al otro, solo porque es del equipo “rival”. Segundo: me parece que es urgente la regulación del consumo de alcohol en los estadios, no es un secreto que muchos de ellos se convierten en grandes cantinas, dejando a un lado el ambiente de armonía que debería existir en un espectáculo a donde asisten niños, mujeres, adultos mayores, etc. Y, por último, me parece que debe existir más seguridad en los estadios, y no me refiero solo a contratar empresas privadas que desarrollen esta función o solicitar el apoyo de las policías municipales, el uso de la tecnología permitiría, como mínimo, identificar quién entra al estadio, cuál es el lugar que ocupa e incluso saber manera anticipada si se está presentando alguna situación anormal.
Ojalá que las condiciones mejoren, el futbol es un espectáculo que no solo representa un espacio de esparcimiento para muchas personas, también es un negocio que genera empleos e inyección económica para el país, pero estos intereses no pueden, ni deben estar por encima de la paz y el orden.
Mtro. Noé Sánchez/ comunicólogo
Se debe concientizar a los grupos de porras sobre el respeto, que su labor es importante para la motivación hacia los jugadores, hacia el equipo, pero no para convertirse en agresores.
A los aficionados también que su finalidad sea disfrutar de un partido de futbol y no provocar o caer en provocaciones. Evitar el lanzar líquidos en las celebraciones porque eso puede molestar al que está al lado.
Tener un control en la venta de bebidas embriagantes y un contingente de elementos de seguridad alertas por cualquier situación, para que no llegue a mayores como sucedió en el estadio de La Corregidora.
Pienso que la tranquilidad y el buen desarrollo de un partido es responsabilidad de uno como aficionado, ser respetuoso y divertirse.
La Liga MX determinó que no habrá porras visitantes en los diferentes estadios, medida que tomaron para evitar estos lamentables hechos.
Jorge Meza/ Periodista deportivo
Podemos dividirlas en dos, medidas al interior del estadio y medidas fuera del estadio. En todos los estadios del mundo se ha estado buscando la manera de mejorar la seguridad del aficionado ante posibles eventos que pusieran en riesgo la integridad de los asistentes. Por ejemplo en la Liga de fútbol española se llegó al punto de vender solamente cerveza sin alcohol, algunos otros clubs mexicanos, como los Pumas han intentado poner alcoholímetros a la entrada de las porras de la UNAM para tratar de evitar que haya personas en estado de ebriedad que pudieran poner en riesgo la seguridad de las personas que asisten. De igual manera, algunas veces en los estadios se ha percibido el consumo de mariguana. Este potencial coctel de posibles eventos planeados previo, alto consumo de alcohol y consumo de drogas, son focos de alerta que en cualquier momento pueden detonar violencia, y los clubs deben analizar todas las medidas posibles para garantizar la seguridad de los aficionados que asisten.
Las medidas externas considero que son las más importantes, porque son responsabilidad de todos. Las personas que asisten a los partidos de fútbol para detonar violencia, con un alto consumo de alcohol o consumo de drogas, tienen esta problemática como síntomas de algo más profundo; necesitamos atender mejor a nuestros niños y jóvenes desde la familia, dedicando mas tiempo a nuestros hijos, acompañándolos y haciéndolos crear planes de vida en pro del bien común. Un niño que se le acompaña desde pequeño y se le ven formas de desarrollar planes de vida, tanto en práctica de deportes, educación, fomento de valores, difícilmente ira a hacer un acto de violencia en un estadio de fútbol. Por eso estos acontecimientos también han sido responsabilidad de todos, en nuestras faltas personales de no atender a nuestros hijos y nuestra falta, como sociedad, de no generar estructuras de bien común para nuestros niños y jóvenes, lo que es también responsabilidad de nosotros como Iglesia.
Gerardo Sánchez Soledad/ Caridad y Verdad