Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Con grande amor de padre y pastor me dirijo a cada uno de ustedes para compartir una reflexión en torno a la palabra de Dios que este segundo domingo de tiempo ordinario se nos propone.
Empezamos el tiempo ordinario después de celebrar el Adviento y el tiempo de Navidad que culminaron con las solemnidades de la Epifanía y el Bautismo del Señor.
El Tiempo ordinario nos invita a reflexionar todo el misterio de salvación que Cristo, el Señor, nos regala con su misterio pascual, con su Pasión, Muerte y Resurrección. Los invito a vivir este ciclo que será muy breve porque el 14 de febrero empezaremos otro tiempo fuerte.
La Palabra de Dios que escuchamos en este domingo aparecen dos personajes importantes, por una parte Samuel y por otro lado Juan El Bautista.
En el Evangelio de San Juan se nos habla que Juan el Bautista, acompañado de dos de sus discípulos, presenta a Jesús: “este es el Cordero de Dios”. En Juan debemos seguir su ejemplo, en especial el obispo y los sacerdotes, como misión tenemos la tarea de presentar a Jesús, hablar de Dios.
De repente pudiéramos hablar de muchas cosas menos de Dios, hoy en este domingo Juan nos da la clave. Como lleva a sus discípulos al encuentro de Cristo, así nosotros, el obispo en sus diócesis, el párroco en su parroquia, los padres de familia con sus hijos, los encargados de movimientos en sus grupos, las religiosas entre ellas, debemos de conducir a nuestra gente al encuentro con Cristo.
Cuando Juan presenta a Cristo, aquellos discípulos lo dejaron todo para seguirlo. No es importante Juan, ni el obispo, ni el sacerdote, ni el catequista, el importante es Cristo, es a Él a quien tenemos que anunciar y seguir.
Qué hermoso encuentro de estos dos discípulos que siguieron a Jesús. Hoy Jesús nos pregunta ¿Qué buscas? ¿Qué buscamos? la respuesta de los discípulos es esta ¿Dónde vives maestro? Y la respuesta de Jesús es: “vengan a ver”.
La invitación es a encontrarnos con la persona de Jesús, a conocerlo, a amarlo, no sólo por encima. Uno de los pecados de nosotros cristianos católicos, concretamente, no estamos formados en el conocimiento de Jesús, nos quedamos en la superficialidad.
Una propuesta
Este domingo Jesús nos dice: “Ven acércate, entablemos un diálogo”. Aquellos discípulos se acercaron, convivieron con Jesús, lo escucharon, tanto que Andrés, fue tanta su alegría que fue corriendo y luego luego transmitió a su hermano la noticia: `hermano hemos encontrado al Mesías´.
¡Qué hermoso proceso de conversión encontrarnos con Jesús! para que llenos de Dios, del encuentro con Cristo salgamos a contagiar, a comunicar la noticia, que yo he encontrado al Mesías, y te invito a ti a que también lo encuentres.
Andrés invita a Simón, este también va con Jesús, y Jesús fijando su mirada le dice: “Tu eres Simón, hijo de Juan, tú te llamarás Quefas, es decir Pedro, Roca”.
También Pedro asiste, conoce a Jesús y Jesús lo mira, nos mira con una mirada que cambia radicalmente nuestra vida.
También la primera lectura del primer libro de Samuel, este personaje que dice “Aún Samuel no conocía al Señor, pero le habla: Samuel, Samuel, tres veces le habla hasta que el profeta le dice: ‘no te hablo yo’; cuando vuelvas a escuchar tu nombre le dices: “Aquí estoy ¿para qué me llamaste?”.
Es un proceso: el Señor nos llama, una dos, tres, muchas veces; en un primer momento no conocemos a Dios, no estamos familiarizados, hay que acercarnos a Cristo, conocerlo para que escuchando su Palabra nos convirtamos a Él, con una gran disposición, como nos enseña el joven Samuel. Que cuando escuchemos al Señor le digamos “Aquí estoy ¿para qué me llamaste?”.
Por eso en el salmo responsorial, la respuesta es muy bella, que es lo que el Señor espera: “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”.
Hermosos textos nos propone hoy la palabra de Dios, ¿cómo es posible responderle al Señor?, no podemos solos, necesitamos un impulso fuerte que viene del mismo Dios.
Por eso San Pablo nos habla de que somos templo del Espíritu Santo. Dejémonos guiar por el Espíritu Santo para ir con Jesús, para escuchar a Dios y estar dispuestos a cumplir siempre su voluntad.
Tristeza por la violencia
Decíaque hemos comenzado este año 2018, desafortunadamente con retos muy fuertes. Por una parte, la tristeza de muchas muertes que se están dando en la ciudad. Es lamentable esta guerra entre grupos delictivos, que muchas veces o siempre dañan, causan temor entre la sociedad.
Por otra parte es un año electoral donde todos debemos estar conscientes de nuestra responsabilidad cívica para, en su momento, emitir nuestro voto, libre, consciente y responsable.
Estemos bien preparados desde la fe, desde Dios que quiere de nosotros. No tener miedo no dejarnos amedrentar por nada ni por nadie ni por esta ola de violencia ni mucho menos.
Poner nuestra confianza en Dios, abrirnos al encuentro de el dejarnos conducir a Él. Que vayamos siempre con Cristo como el pequeño Samuel con gran disposición, lo sigamos con esa disposición: ‘aquí estoy Señor para hacer tu voluntad’.
Les abrazo, les bendigo con todo mi amor de padre y pastor. La bendición de Dios todo poderosos padre, hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes.