Jorge Sánchez/Instituto Bíblico San Jerónimo
Lectio Divina correspondiente al 14 de noviembre, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 13, 24-32
Pasado el sufrimiento de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna no dará resplandor; las estrellas irán cayendo del cielo y las fuerzas celestes se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre entre nubes con gran poder y gloria. El enviará entonces a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra al extremo del cielo.
Fíjense en el ejemplo de la higuera. Cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, saben que se acerca el verano. Pues lo mismo ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el Hijo del hombre ya está cerca, a las puertas. Les aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
En cuanto al día aquel y a la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el texto del evangelio y para una mejor reflexión hagámonos las siguientes preguntas:
¿De qué manera dice Jesús que verán venir al Hijo del hombre? ¿Después a quién reunirá?
El Maestro nos enseña que el cielo y la tierra pasarán, pero ¿qué sucederá con su Palabra?
Al final Jesús nos dice que el día y la hora de cuando sucederá todo eso nadie lo sabe ¿excepto quién?
Breve Estudio Bíblico
Lo que nos presenta el evangelista Marcos es el anuncio de la llamada “Parusía” o segunda venida de Jesús; para ello se recurre a una descripción que recuerda el “Día de Yahvé” narrado en el Antiguo Testamento, siendo su finalidad afirmar la presencia de Dios para juzgar. Jesús anuncia cómo se reunirá con su Iglesia, tal como hace referencia el evangelio según San Juan (Jn 11,51). Un punto importante que marca la parábola de la higuera es que nadie, ni los ángeles ni el mismo Jesús, quién se autonombra el Hijo, conoce cuándo ocurrirá su segunda venida, la que hará con poder y gloria: solo el Padre lo sabe y no está dentro de la misión del Hijo darla a conocer. Por eso nos corresponde vigilar los signos, así como los que da la higuera cuando el tiempo de calor ha llegado. Importante también es hacer notar que cuando el Evangelio dice “esta generación” no se refiere a la temporalidad de la generación que convivió con Jesús sino más bien a las características de esa generación: la incredulidad y el rechazo a Jesús. El libro de Daniel es uno de los lugares del Antiguo Testamento donde se habla de ese momento de justicia que llegará juntamente con la parusía, como se leerá en la primera lectura (Dn 12, 1-3). La carta a los Hebreos, en la segunda lectura, nos habla entre otras cosas sobre el perdón y la misericordia de Dios que hemos alcanzado cada uno de nosotros a través del Sacerdote Eterno: Jesús el Cristo.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
¿Pertenezco a la generación de incrédulos que rechazan a Jesús como nuestro Salvador?
¿Al final, cuando llegue el momento de la parusía seré de los escogidos, de los que realmente somos miembros de la Iglesia de Cristo?
Conociendo la grandeza del perdón que recibo a través de Jesús y su sacrificio ¿me debo sentir más comprometido a recurrir al Sacramento de la Reconciliación?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor,
permite que sea dócil a tu Palabra,
que sea vigilante y digno de tu perdón,
ayúdame a ser un verdadero cristiano,
Señor,
ayúdame a amar al necesitado y olvidado,
fortaléceme para nunca rechazarte y
pertenecer realmente a tu Iglesia
Amén.
- Contemplación:
Para favorecer la contemplación podemos repetir varias veces un versículo de la Sagrada Escritura para que entre e ilumine nuestro corazón.
« Entonces verán venir al Hijo del hombre » (Mc 13, 26 )
Hagamos el propósito de repetir este versículo durante la semana.
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Las lecturas de esta semana XXIII nos guían hacia una importante reflexión sobre la trascendencia de pertenecer verdaderamente a la Iglesia, de ser realmente cristianos pues al final seremos convocados y, si deseamos ser de los elegidos, tenemos en la Iglesia un camino seguro de salvación.
Propuesta: Siendo congruentes con la propuesta del Evangelio y tratando de comportarnos como fieles miembros de la Iglesia de Cristo apoyemos el programa diocesano “Todos en la Misma Barca”. Comportémonos como cristianos, ayudemos a los más necesitados que carecen de lo más básico y participemos para que puedan tener una alimentación digna.
Primera Lectura: Daniel 12, 1-3
Salmo 15
Segunda Lectura: Hebreos 10, 11-14.18
Color: Verde